Cada objeto para cambiar dará puntos que podrán 'gastarse' en otros enseres. Un libro, por ejemplo, concederá 2 puntos; un instrumento musical, de 5 a 10
Ladridos que curan: el proyecto Viocan de la Policía Local, un refugio para mujeres que huyen del maltrato
La iniciativa ofrece a víctimas de violencia de género y a sus hijos un espacio para sanar traumas y recuperar la autoestima a través del adiestramiento canino
Cada domingo por la mañana un grupo de mujeres se reúne en una parcela de la capital charra para adiestrar y trabajar con sus perros a la vez que charlan, ríen, lloran y, en definitiva, se desahogan. No es una escena casual: forma parte del programa Viocan, un proyecto pionero de la Policía Local de Salamanca que utiliza la terapia con perros para acompañar y proteger a mujeres víctimas de violencia de género en el difícil proceso de recuperación. A través del vínculo con estos animales, las participantes y sus hijos encuentran un espacio seguro donde volver a confiar, expresar sus miedos y reconstruir su autoestima. Lo que empezó como una iniciativa experimental se ha convertido en una experiencia transformadora que demuestra que, a veces, el primer paso hacia la libertad puede venir de la 'mano' de un compañero de cuatro patas.
"Esto para mí ha sido como un arco iris. Cuando empecé estaba en el negro más absoluto y ahora estoy en el rosa o en uno de los colores más brillantes. Aquí hacen un trabajo magnífico y nos ayudan en todas las facetas", cuenta una de las participantes, que ha encontrado en este programa la fuerza y el apoyo necesario para salir adelante tras años de maltrato. "Cuando llegué no salía de casa ni me quitaba el pijama en todo el día y ahora puedo hacer cualquier recado, puedo ir a la farmacia o al supermercado", resume.
Lo hace siempre acompañada de sus perras, con las que comparte su vida y con las que trabaja en este proyecto policial. Para ello, cada una de ellas recibe una tarjeta que las acredita como miembros del proyecto Viocan, lo que les permite acudir con sus mascotas a cualquier lugar. Y es que estas mujeres han encontrado en sus compañeros de cuatro patas la compañía, el empuje y la motivación que necesitaban para dar un giro y recuperar sus vidas.
Todas coinciden en señalar que este proyecto, las dos horas que comparten cada domingo entre ellas y con los agentes que imparten el programa, han supuesto un revulsivo en su proceso de reconstrucción. "Aquí somos como una familia, nos ayudamos entre nosotras, nos acompañamos cuando hace falta y vamos todas a una", coinciden en señalar.
El proyecto se puso en marcha en el año 2017. "La idea surgió por un proyecto que vimos de perros de defensa para mujeres víctimas de violencia de género. Estuve en Madrid formándome durante un fin de semana y viendo como funcionaba el proyecto, pero no lo terminaba de ver porque un perro que muerde es un arma, está catalogado como tal, y poner un arma en manos de una persona que en esos momentos no se encuentra muy bien no es lo más aconsejable. Pero sí es cierto que con los conocimientos que tenemos de perros pensé que podíamos adaptar algo a este perfil y prueba de ello es que nos lo inventamos nosotros y hemos sido ejemplo en varias ciudades de España. Ha sido un éxito rotundo", cuenta José Bartol, agente encargado de Viocan.
Con este programa no se entrena a los perros para atacar, se los adiestra para acompañar a las mujeres en su día a día, aunque ellas aseguran que se sienten más seguras. Por ello, el éxito del programa se mide en el cambio que experimentan las mujeres, en los pequeños pasos que dan cada día en su reconstrucción y en las sonrisas que saca en los niños que acuden a las sesiones.
"El éxito de este programa es que cuando una persona es víctima de violencia de género todo su mundo gira en torno a que es víctima y, al final, solo tiene un tema de conversación. Y cuando incorporamos una pieza nueva a su vida, en este caso un ser vivo como es un perro, tiene unas obligaciones como sacarlo a pasear, llevarlo al veterinario, comprar el pienso y a partir de ese momento tienen otro tema de conversación y su mundo ya no gira en que es una víctima de violencia de género. También les sirve para hacer amigos diferentes, moverse por entornos diferentes, constituyen nuevos grupos sociales en torno al perro y eso supone un reciclaje total de todo lo que ha vivido hasta el momento", cuenta Bartol.
Las participantes llegan a Viocan desde el área de Bienestar Social del Ayuntamiento de Salamanca, que se encarga de atender a estas mujeres y evaluar su adecuación a este programa. Además, desde los servicios sociales municipales se encargan de evaluar la evolución de cada caso. "Trabajamos conjuntamente. Nosotros hacemos el trabajo de campo y ellos hacen el seguimiento de la evolución y las entrevistas. Cuando ellos determinan la situación en la que se encuentran podemos darle el alta. Ha habido dos personas que no continúan con nosotros que decidieron que habían avanzado, pero en realidad nosotros no terminamos el proyecto porque las utilizamos porque nos ayudan cuando viene alguien nuevo y ellas se sienten especiales", cuenta el agente encargado de este programa.
FUNCIONAMIENTO DEL PROGRAMA
Cada domingo, los participantes se reúnen durante dos horas en una sesión que tiene dos partes. En la primera se trabaja con las mujeres y los perros, que aprenden obediencia a sus dueñas y realizan ejercicios físicos en un circuito.
"Adaptamos las circunstancias a cada persona, el nivel de obediencia y los ejercicios. Por ejemplo, tenemos una participante que lo que quiere es tener una mascota, sacarla a pasear y a buscar a su hija al colegio y entonces llegamos hasta ahí. Nuestro nivel de exigencia siempre es un poquito más de lo que ellas quieren, pero nos adaptamos a cada una de ellas", cuenta el agente encargado del programa.
La segunda parte de la sesión se dedica a los niños. Los más pequeños son los protagonistas y también trabajan con sus perros en el circuito. El objetivo es que encuentren un espacio seguro en el que dejar a un lado las circunstancias personales.
"Los niños tienen situaciones terribles, con ellos también trabajamos y para ellos venir a la Policía y decir que están con un policía y con la unidad canina ya les da un plus de autonomía y salen un poco del círculo de estar pendiente de su madre y su madre de ellos y hacemos de todo. Ellos se sienten útiles porque adiestran, ponen y quitan cosas, le dan premios a los animales, me ayudan a mi con algunas cosas. La idea es que en el futuro ellos puedan hacerlo con sus perros", explica Bartol.
Y el trabajo, poco a poco, va dando sus frutos. Una de las mujeres más veterana, que lleva varios años en el programa, ha visto cómo evolucionan algunos de los pequeños. "Cuando llegan aquí no se separan de sus madres, van siempre junto a ellas y apenas sonríen. Sin embargo, cuando están aquí juegan, se ríen y disfrutan", cuenta.
Pero las mujeres y sus hijos no son las únicas que evolucionan, los animales también lo hacen. Durante las sesiones se les adiestra para que acompañen y obedezcan a sus propietarias, pero también, en función de las características de cada perro, para otras cuestiones como buscar personas u objetos como juguetes. Un trabajo que no se limita a las dos horas del proyecto. "Buscamos que se motiven durante toda la semana para hacer sus ejercicios en casa y aquí hagan su evaluación continua. En los perros también se nota mucho la evolución, aunque hay perros más fáciles y otros más difíciles", dice Bartol.
Estos animales pertenecen a las participantes. Si cuando llegan al programa no tienen mascota Viocan se encarga de buscar un animal que se adapte a las características de cada mujer, aunque, en ocasiones, son ellas mismas las que finalmente buscan su mascota y su nuevo compañero de vida. Todo para tener un nuevo comienzo.
Y es que Viocan es mucho más que un programa de ayuda y de terapia. Es una segunda oportunidad para todas ellas. "Esto es muy importante para nosotras", coinciden en señalar. Tanto, que están de acuerdo en que este programa ha sido lo que ha supuesto un punto de inflexión en su proceso de recuperación. "La terapia psicológica ayuda, pero esto es lo que más nos ha ayudado a salir adelante", explican.
Y no solo por los ejercicios del proyecto. Los tres agentes que lo imparten son un pilar fundamental para ellas. "Nos ayudan mucho en todo", aseguran. "Al final se crea una pequeña familia porque conoces a los hijos, las ves cómo evolucionan, estamos muy pendientes, te involucras a nivel policial y personal, les echas una mano en temas laborales y en lo que podamos ayudar. Aquí hemos vivido situaciones impresionantes, de llorar nosotros mismos", añade Bartol.
Una familia que trabaja unida para dejar atrás el maltrato y recuperar una vida que nunca debió haber sido golpeada. Por eso, ellas quieren mandar un mensaje muy claro: "Esto va de personas malas y le puede pasar a cualquiera. Nunca piensas que te va a pasar a ti, pero, poco a poco, te vas haciendo pequeña hasta que tocas fondo. Por eso es muy importante estar atentos a cualquier señal", dicen.
Escucharlas contar sus historias es escuchar relatos de supervivencia y superación, historias que no dejan indiferente y que ponen el foco en una lacra que sigue golpeando a muchas familias. Pero iniciativas como Viocan demuestran que la respuesta puede ser humana, cercana, sencilla y eficaz. En cada paso que dan junto a su perro, estas mujeres aprenden que el miedo puede transformarse gracias a la compañía. Y es que Viocan no solo protege, también acompaña. Y, a veces, ese simple gesto es el primer paso de una nueva vida.
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