San Juan en El Zurguén de Salamanca: Los truenos acompañan al fuego y renacer en la noche más mágica del año

El barrio salmantino, epicentro de la noche del 23 de junio entre llamas, música y una tormenta que acortó la hoguera de la celebración ancestral

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Fotos: Arai Santana
El autor esTeresa Sánchez
Teresa Sánchez
Lectura estimada: 2 min.
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En Salamanca, como en tantos rincones de España, la noche del 23 de junio se transforma en un rito colectivo cargado de simbolismo y emoción. En el barrio del Zurguén, la celebración de San Juan se vive con intensidad, con vecinos y visitantes reunidos alrededor del fuego que, desde hace siglos, representa la purificación, el fin de un ciclo y el comienzo de otro. Sin embargo este 2025 hubo 'invitado' especial que obligó a celebrar la noche de otra forma. 

Cuando el sol comenzaba a marcharse la actividad en el barrio se aceleró. La preparación de la hoguera, punto neurálgico de la fiesta, se realiza siempre con mimo y bajo las indicaciones del Ayuntamiento: solo madera y cartón, nada que pueda poner en riesgo la seguridad. En esta pira simbólica se arrojan, al menos de forma figurada, todo aquello que se quiere dejar atrás: miedos, rencores, recuerdos dolorosos. El fuego se convierte en confesor y en liberador.

Al llegar la medianoche, la hoguera estaba destinada a vida, aunque muchos miraban al cielo porque la amenaza de tormenta estaba más que presente. 

Las llamas se alzaron como lenguas danzantes en la oscuridad y dibujan sombras sobre los rostros expectantes en ese momento de catarsis, de energía compartida, de reencuentro con lo esencial que en esta ocasión no duró mucho más allá de cinco minutos porque los lejanos truenos se hicieron mucho más cercanos y comenzó a descargar una tormenta que obligó a casi todos a salir a la carrera para resguardarse.

LEGADO DE FUEGO Y SOL

La tradición de encender hogueras en la noche de San Juan hunde sus raíces en tiempos remotos, mucho antes de la llegada del cristianismo. El origen se encuentra en las celebraciones paganas del solsticio de verano, ese momento en que el día alcanza su máxima duración. Para muchas culturas antiguas, era una fecha mágica, asociada a la fertilidad, las cosechas y la fuerza del sol.

Encender hogueras era un gesto ritual: se ofrecía fuego al sol para fortalecer su energía y alejar a los espíritus malignos. Con la expansión del cristianismo, estas prácticas se integraron en las festividades religiosas, y la noche del 23 al 24 de junio pasó a conmemorarse como el nacimiento de San Juan Bautista, un símbolo también de purificación y renacimiento.

Hoy, la esencia de aquellas antiguas celebraciones sigue viva. En España, Portugal, Suecia, Brasil y muchas otras culturas con herencia europea, la noche de San Juan sigue siendo una cita con la luz, con el fuego y con la esperanza. Y en lugares como Salamanca el lugar elegido es El Zurguén donde esa llama milenaria sigue ardiendo año tras año.

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