Un catedrático de la USAL participa en un hallazgo clave sobre el uso de huesos de ballena hace 20.000 años

Un estudio internacional en el que participa la USAL revela que los humanos del Magdaleniense usaron huesos de ballena para fabricar herramientas

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Un catedrático de la USAL participa en un hallazgo clave sobre el uso de huesos de ballena hace 20.000 años
Investigadores de la Universidad de Cantabria participantes en el hallazgo.
El autor esTamara Navarro
Tamara Navarro
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Un equipo internacional de investigadores ha revelado que los seres humanos ya fabricaban herramientas con huesos de ballena hace al menos 20.000 años, a partir de ejemplares que probablemente aparecían muertos o varados en las playas del Golfo de Vizcaya. En este descubrimiento ha jugado un papel destacado la Universidad de Salamanca, a través del catedrático de Prehistoria Esteban Álvarez Fernández.

El hallazgo, publicado hoy en la revista Nature Communications, ha sido liderado por el Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia y el Museo Nacional de Historia Natural francés, y ha contado con la participación de centros y universidades del País Vasco, Cantabria, Cataluña, Castilla y León y Asturias.

Además de ser el primer indicio conocido de herramientas fabricadas con huesos de grandes cetáceos, el estudio ofrece una visión única de la ecología marina del pasado y advierte sobre la fragilidad de los yacimientos costeros, amenazados por el aumento del nivel del mar.

Esteban Álvarez Fernández, que también dirige las excavaciones arqueológicas en la cueva de Tito Bustillo (Asturias), ha detallado que los huesos fueron usados principalmente para la fabricación de armas arrojadizas. Las herramientas datan del periodo Magdaleniense, comprendido entre hace 20.000 y 14.000 años.

El investigador salmantino ha explicado que durante la Prehistoria, los humanos emplearon diversos materiales de origen animal como dientes, marfil, huesos, astas o conchas, aunque en el Magdaleniense predominaban las astas de ciervo o reno. No obstante, el uso del hueso de ballena supuso una ventaja técnica significativa: permitía construir armas de mayor calibre que las hechas con astas.

En la investigación se analizaron casi doscientas herramientas óseas, muchas de ellas halladas en yacimientos del Golfo de Vizcaya y en la Cueva de Santa Catalina (Lekeitio, Vizcaya). Se usaron técnicas avanzadas como la arqueología, la proteómica, el análisis de isótopos estables y la datación por radiocarbono.

Los restos analizados pertenecen a especies como el cachalote, el rorcual común, la ballena azul y la ballena franca, pero también se identificaron ballenas grises, hoy en día limitadas al Pacífico Norte y el Ártico.

Según Álvarez Fernández, no hay pruebas de que estas ballenas fueran cazadas activamente. Los grupos humanos que habitaban la zona —cazadores-recolectores-mariscadores— probablemente encontraban los animales varados mientras recogían lapas y bígaros en la costa, y aprovechaban su carne, grasa y huesos.

En ese tiempo, el nivel del mar era entre 80 y 100 metros más bajo, y la temperatura del agua más fría, lo que generaba un ecosistema similar al actual del Atlántico Norte y explicaría la mayor diversidad de cetáceos.

Este estudio no solo abre nuevas perspectivas sobre la adaptabilidad tecnológica de los grupos humanos prehistóricos, sino que también resalta la importancia de la investigación interdisciplinar en la reconstrucción del pasado, una tarea en la que la Universidad de Salamanca sigue jugando un papel esencial.

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