Unionistas, un grito de vida

Lágrimas, abrazos y puños al cielo: el plantel estalla de emoción en un 'habemus vida' tras un triunfo que sabe a resurrección

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Unionistas, un grito de vida
Rabadán y Diego García (Foto: Unionistas)
El autor esTeresa Sánchez
Teresa Sánchez
Lectura estimada: 2 min.
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A veces el fútbol no es justo y Unionistas lo vivió en Zubieta, otras veces premia cuando apenas se espera. A veces no gana el que más llega, el que más propone, el que más méritos acumula. A veces, simplemente, gana el que más lo necesita. Y esta vez, Unionistas lo necesitaba como el aire.

El primer gol de la era Acciari acabó valiendo oro: los tres primeros puntos como visitante en esta nueva etapa, una victoria que rompe una racha nefasta, sobre todo en este áspero 2025. Era apenas la sexta alegría del año, pero la primera desde aquella tarde lejana en la que se venció por la mínima al Amorebieta en el Reina Sofía. Dos meses de angustia comprimidos en un instante de locura.

Lo firmó Rabadán. Un jugador al que ya se le conocían las carreras pero no tanto los milagros. No marcaba desde el 2 de febrero, en un tercer gol que no era tan decisivo ante el Andorra. Pero esta vez su gol no fue uno más: fue el más importante de la temporada. Un zarpazo inesperado al mismísimo 'león', desde la frontal, que desató una euforia lógica y merecida.

Tras el pitido final, saltos, abrazos, gritos, lágrimas. No era solo un gol. Era un grito de vida.

Iván Martínez, héroe bajo palos tantas veces y en Lezama una ocasión más, quedó tendido en el césped, agotado, emocionado. Tur, extenuado físicamente, se llevaba las manos al rostro. Ramiro, curtido en mil batallas, celebraba como un niño. Dani García, Iván Moreno, Gorka Santamaría… todos con un solo destino: la grada. Allí donde los fieles de Unionistas apretaban los puños, conscientes de que lo vivido era más que fútbol. Era una declaración de intenciones.

Incluso Rubén Andrés, director deportivo, se dejó llevar por la emoción. Y no era para menos. Porque este triunfo no garantiza la salvación, pero es un puente hacia ella. Un paso adelante cuando ya se temía lo peor. Un golpe en la mesa cuando más se dudaba. Un 'aquí estamos' lanzado al viento, esperando respuesta o eco la próxima semana ante Tarazona.

Porque ganar cuando no se puede perder vale el doble. Porque, en el fondo, la suerte también hay que buscarla. Y Unionistas, esta vez, la encontró con el cuchillo entre los dientes.

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