El corazón de Salamanca vivió este domingo una jornada plenamente navideña. Desde primeras horas de la tarde, el centro histórico se convirtió en un río de personas que o bien aprovechaban para las compras o no querían perderse la Cabalgaza de Papá Noel. Las calles, muchas de ellas estrechas, quedaron literalmente atestadas, haciendo difícil avanzar incluso para los propios espectadores.

Familias enteras se apostaron en las aceras con gorros de Papá Noel, globos y luces, mientras los más pequeños contaban los minutos hasta que las carrozas hicieran su aparición. La ilusión era palpable en cada rostro, y la multitud superó todas las expectativas de los organizadores.

El desfile, que partió desde la emblemática calle Ancha, se topó en varios tramos con serias dificultades para avanzar debido a la densidad de personas, mientras Papá Noel saludaba con su característica sonrisa desde su carroza adornada con luces navideñas.

El ambiente, marcado por la cercanía de la Navidad y la emoción de los más pequeños, convirtió este domingo en un recuerdo que los salmantinos y visitantes no olvidarán fácilmente. A pesar del calor humano y la dificultad para moverse, la alegría y el espíritu festivo se respiraban en cada esquina del centro histórico de la ciudad.