El acoso escolar es una tortura para muchos niños y jóvenes. La pesadilla se convierte en realidad al despertar y tener que vestirse para ir al colegio, allí donde sabe que no podrá disfrutar ante la presencia de otros niños que la tomarán con ellos por motivos muy diversos, todos ellos con el único fin de degradarlos y burlarse a su costa. Situaciones que derrumban el ánimo y las ganas de seguir adelante de muchos de ellos y que, en casos extremo, se traducen en casos como el suicidio de Sandra Peña.

Para frenar estas situaciones los centros escolares cuentan con protocolos antibullying, una herramienta con la que se trata de frenar una realidad que si bien ha sucedido en diferentes generaciones, en la actual cuenta con otra herramienta que no permite desconectar a la víctima ni lejos de la escuela: el teléfono móvil. Las redes sociales han permitido que prolifere el denominado ciberbullying, un acoso que traspasa las paredes y que llega a las habitaciones de las casas de los acosados, sufriendo también en el que debería ser su espacio seguro.

En el caso de Salamanca, tal como explican a Tribuna Salamanca fuentes internas del sistema judicial, este problema que se gestiona a través de calificaciones jurídicas muy variadas al no haber un delito de bullying como tal y se recoge en el artículo 173 del Código Penal –delitos contra la integridad moral- no cuenta con estadísticas claras. No obstante, reconocen que anualmente recogen aproximadamente entre 20 y 30 casos de este tipo que llegan a dichas instancias, de los cuales alrededor de una docena acaban llegando hasta el final del proceso y el resto acaba en 'Protección a la Infancia'. Un proceso donde cerca de "dos de cada tres" que llegan son de menores de 14 años, personas inimputables y que acaban derivados al sistema de protección de menores.

Casos que aumentan al echar la vista atrás ante los que no llegan al juzgado. Y es que si bien en Salamanca no se consideran "graves" los casos registrados, los colegios cuentan con una competencia que se queda dentro de sus paredes y en la actualidad los teléfonos han generado la sensación de que se puede decir "lo que te dé la gana", acaban con la creación de stickers que buscan ridiculizar, fotografías o vídeos de agresiones y dan una conexión permanente con la víctima. Vídeos que acaban terminando en el juzgado y facilitando la actuación contra los agresores.

Un acoso que sigue golpeando a la juventud de todo el mundo y también a la salmantina, donde en lo que va de año sí se ha registrado suicidios y varios intentos autolíticos, aunque las investigaciones posteriores tras las peticiones de las familias no han decretado que hubiera algún caso de acoso escolar.