El arte renace de las cenizas: Salamanca restaura una Inmaculada del siglo XVII rescatada de un incendio

La talla, completamente ennegrecida, ha necesitado seis meses de trabajo de rehabilitación "arduo y minucioso" para volver a lucir como nueva

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Presentación de la talla de la Inmaculada tras la restauración.
El autor esDaniel Bajo Peña
Daniel Bajo Peña
Lectura estimada: 2 min.
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Salamanca recupera hoy una pieza de su patrimonio. El incendio del antiguo seminario de Carvajal, acaecido en el año 2000, estuvo a punto de llevarse por delante una talla de la Inmaculada fechada en el siglo XVII y atribuida a un seguidor de la escuela castellana del maestro Gregorio Fernández. La pieza se salvó por los pelos, aunque quedó completamente cubierta de hollín y ennegrecida por el intenso humo.

La catedral se hizo cargo de ella y la custodió desde entonces, a la espera de poder devolverle su estado natural. Hoy al fin, tras meses de trabajo, se han presentado los resultados de la intervención capitaneada por el Centro de Conservación y Restauración de la Fundación Edades del Hombre.

Según explica el técnico de patrimonio artístico de la Catedral, Raúl Benito, la actuación sobre la talla de la Inmaculada sigue la tónica de los últimos años de tratar de rehabilitar todo el patrimonio sacro posible. Actualmente hay un óleo y una talla de Cristo en el taller de restauración.

El proceso fue "arduo y minucioso", segín la directora de Directora del Centro de Conservación, Consuelo Valverde. No sabían si la imagen conservaría la policromía oiriginal ni se se podría recuperar. La restauradora Beatriz Martín se puso manos a la obra para 'resucitar' el icono.

Imagen antes y después de la restauración.

La imagen estaba "completamente negra" merced al 'efecto horno' sufrido durante el incendio. Esto es, no se quemó directamente, pero el calor y el humo alteraron toda la superficie de la talla. Por ejemplo, provocaron que la resina rezumase de la madera, que salieran ampollas en la pintura al óleo, que los pigmentos se resecaran... "hizo estragos", en pocas palabras.

El proceso íntegro de restitución implicó poner a la talla 'en cuarentena' dentro de una bolsa estanca con nitrógeno para matar a los posibles insectos xilófagos, realizar exámenes al microscopio y con luz ultravioleta, aplicar soluciones químicas y geles para eliminar el hollín, comprobar que la policromía aguantaría los tratamientos, reconstruir una parte del manto que se había perdido, etc. En resumen, seis meses de trabajo meticuloso y concienzudo para devolver a la imagen prácticamente a su estado original. "Se veía que iba a ser muy arduo", añade Beatriz Martín.

El icono de la Inmaculada, que completa la iconografía mariana atesorada en la Catedral, se expondrá en la capilla de Santa Catalina.

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