El equipo salmantino afronta un último encuentro del año decisivo en busca de cerrar el año con victoria y asegurar plaza para el torneo del KO
La familia de Unionistas se despide de los suyos en una casa repleta de ilusión
La afición arropó a sus jugadores en una tarde donde brilló la magia blanquinegra
Unionistas de Salamanca tenía frente a sí su cita más importante en muchos meses. El club podía celebrar la permanencia en su estadio, el Reina Sofía. Allí, la marea blanquinegra respondió con creces y lo hizo, además, horas antes de que arrancase el choque frente al Tarazona.
Con un recibimiento inmejorable, donde los seguidores comenzaron a jalear a sus jugadores, cantar y demostrar su pasión, el marcador ya era de 1-0 antes de empezar. El empujón moral fue mayúsculo y Unionistas saltó al campo con ventaja.
En total, 4.874 almas blanquinegras que estuvieron al pie del cañón. Como cada día. Pero esta vez en una cita imperdible y vital para un equipo que estuvo con los suyos desde horas antes, demostrando, de nuevo, que Unionistas es mucho más que solo fútbol.
Una tarde donde, a su vez, fuera del campo no faltaron los ánimos de antiguos jugadores como Cristo Medina. La importancia era capital y quedó patente dentro y fuera del estadio de la capital. La fiesta se calmó con la roja a Jordi Tur al borde del descanso, pero el salto al campo de todas las plantillas de la base que han logrado ganar sus ligas animó a todo el estadio. Un campo donde, eso sí, hubo un susto al tener que atender la Cruz Roja a una aficionada indispuesta. Sin embargo, la afición cumplió con creces, avisó a los servicios sanitarios y el duelo siguió. Una tarde de fútbol donde los charros no faltaron, como siempre, a su cita bimensual.








