Un nombre propio en la segunda de abono en La Glorieta: Ismael Martín. El joven matador, que vive una temporada de consolidación, volvió a mostrar ante su gente el motivo de tantas ilusiones depositadas en él. Tres trofeos y la Puerta Grande, por tercer año consecutivo, rubricaron una tarde en la que el valor y la gallardía fueron su carta de presentación.

Supo que era su momento cuando salía el tercero, un toro con opciones al que Ismael supo exprimir. Se encendió la plaza con su solvente y atrevida actuación en banderillas y, ya con la muleta, templó con gusto y clase hasta que el animal se apagó. Cuando hizo falta tiró de raza incluso la osadía de la juventud y dejó una estocada certera que puso la Plaza en pie y le valió dos orejas. Tenía el triunfo pero fue a por más en el sexto en el que le hizo falta firmeza con la muleta después de volver a levantar aplausos con las banderillas. Martín lo resolvió con inteligencia para sumar una oreja más y cerrar otra tarde rotunda.

Menos fortuna para Damián Castaño que puso sobre todo voluntad, bien el capote del primero aunque no pudo lucirse por falta de fuerzas del toro. Fue a por todas con el cuarto al que recibió a portagayola y acabó pisoteado y con una evidente cojera. Lo intentó en la faena, con momentos de buen gusto, y se tuvo que conformar con una cariñosa ovación.

Diego San Román, que reaparecía en Salamanca, salió a echar el resto y se encontró con un primer revés al tener que devolverse el segundo que salió al ruedo despitorrado. Corrió turno tras devolverse y cuajó lo mejor de su tarde al natural. En el quinto tuvo momentos de calidad, aunque la faena se hizo larga y, pese a una leve petición de premio, no acabó de cerrar el triunfo. La afición le premió con ovaciones que mostraron el cariño y las expectativas que despierta.