En unos días en los que los fuegos forestales han tenido a la provincia con el alma en vilo, el incendio declarado en Cipérez, aún en nivel 1 de peligrosidad, ya se ha convertido en el mayor registrado en la provincia de Salamanca desde que existen datos oficiales.

Al margen de las pérdidas que ya quedarán evaluadas y de cada historia personal que se ha vivido y aunque la superficie definitiva no será confirmada hasta que el fuego quede totalmente extinguido, la cifra provisional de 10.500 hectáreas arrasadas lo sitúa en lo más alto de un ranking que nadie querría encabezar.

La última vez que Salamanca contuvo la respiración ante unas llamas de semejante magnitud fue en 2022, con el incendio de Monsagro. Aquel 11 de julio, el fuego cruzó desde Extremadura y puso en jaque no solo a la localidad serrana, sino también a Guadapero, Morasverdes e incluso al monasterio de San José de Las Batuecas. Su virulencia fue tal que tardó dos meses en darse por extinguido, el 6 de septiembre, aunque el control se logró veinte días después de iniciarse.

En cifras, el de Monsagro había sido hasta este fin de semana el mayor incendio registrado en la provincia: 8.622,65 hectáreas calcinadas. De ellas, 4.894,43 correspondieron a arbolado, 1.259,35 a matorral, 1.198,06 a pasto, 1.178,86 a terrenos agrícolas y 91,95 a otro tipo de superficie.

ESTADÍSTICA NEGRA DESDE 2004

La Consejería de Medio Ambiente recoge datos oficiales sobre incendios forestales en Salamanca desde 2004, aunque en años anteriores se vivieron episodios igualmente graves. En 2001 y 2003, los fuegos de los Arribes del Duero y de Agallas arrasaron 2.500 y 2.000 hectáreas, respectivamente. Con todo, ninguno alcanzó las dimensiones de Monsagro ni, mucho menos, las que ahora se atribuyen a Cipérez.

En los registros autonómicos, el año más catastrófico tras Monsagro había sido 2005, con 465 incendios que en conjunto devastaron 3.839,99 hectáreas. Una cifra que, sin embargo, quedó reducida a menos de la mitad frente al único fuego serrano de 2022. Otro ejercicio especialmente duro fue 2017, cuando se calcinaron 3.772,16 hectáreas en 318 incendios. 

También superaron las 2.000 hectáreas anuales los años 2012 (2.240,67 en 331 fuegos), 2009 (2.117,67 en 431) y 2021 (2.085,67 en 171). Rozaron esa cifra 2007 (1.983,34 hectáreas en 327 incendios), 2016 (1.877,13 en 194) y 2010 (1.844,32 en 261).

Más modestos en comparación, aunque igualmente graves, fueron los datos de 2020 (1.148,79 hectáreas en 167 incendios) y 2015 (1.059,3 en 288). El año 2004, primero con registros oficiales, cerró con 972,40 hectáreas arrasadas en 205 fuegos, apenas una décima parte de lo que quemó Monsagro en solitario.

LOS AÑOS 'TRANQUILOS'

No todas las estadísticas son tan negras. Hubo campañas que dieron un respiro a los equipos de extinción. En 2011, 2013 y 2018 las cifras rondaron las 700 hectáreas, con 781,78, 757,77 y 751,98 respectivamente. En 2008 y 2014 se contabilizaron 609,44 y 581,06 hectáreas, y los ejercicios más tranquilos llegaron en 2006 (487,08 en 296 incendios) y 2018 (440,95 en 161). Este último es, de hecho, el año con menos superficie calcinada desde que existen registros.

Sin embargo, la magnitud de lo ocurrido en Cipérez ha borrado de un plumazo cualquier precedente. En un solo incendio, el fuego ya ha superado aquel devastador Monsagro de 2022 -en magnitud y daños el tiempo y los balances lo dirán-, sino también a la suma anual de los peores años de la provincia.