Salamanca se echó a la calle para apoyar a la selección española de fútbol y lloró con sus jugadoras cuando se consumó la derrota en los penaltis. Cientos de vecinos se congregaron en la Plaza Mayor a lo largo de la tarde -la afluencia repuntó conforme pasaban los minutos- deseando poder celebrar la Eurocopa y tuvieron que abandonar el ágora con la miel en los labios.

En la Plaza Mayor, epicentro de la vida salmantina, se reunieron familias enteras, chavales de colegios e institutos, turistas y aficionados al fútbol en general, luciendo camisetas de la selección y de otros equipos -la cosa era integrarse con la gente- y jaleando las ocasiones.

La tanda de penaltis fue, como pasó en todas las casas de España, una montaña rusa: del subidón de verse por delante a la decepción de los tres penatis fallados y el mal sabor de boca definitivo. La Plaza se vació en cuestión de segundos, porque nadie quería irse con la imagen de la derrota en la final tras una Eurocopa tan digna.