Fueron 1.200 los soldados que tomaron el camino desde Salamanca hasta la Comunidad Valenciana para ayudar tras el desastre de la DANA. Un millar de militares desplegados en el territorio más afectado y que, repartidos en 17 turnos de relevos, trataron de hacer la vida un poco más fácil en medio de un clima de desesperación e incertidumbre para miles de personas.

Este jueves, algunos de ellos han recibido una distinción especial de parte de la ministra de Defensa, Margarita Robles, por lo que han vuelto a recordar con fuerza imágenes que quedarán para siempre impregnadas en el subconsciente de todos ellos. Situaciones duras y cargadas de emociones que todos vivieron de una manera u otra en sus carnes, tendiendo sus manos para ayudar en la medida de lo posible.

Entre los que estuvieron desplegados en Valencia se encuentra el teniente coronel José Enrique Velasco, jefe del batallón de caminos del REI 11, quien lideró un grupo de trabajo encargado de mejorar la "movilidad" con la ayuda de la maquinaria y los puentes instalados por ellos. Desplegados el 1 de noviembre y estando en el lugar hasta finales de marzo, Velasco reconoce que nunca había visto algo "tan catastrófico". Una situación que solo puede asemejar a cuando colaboraron en lo sucedido con el huracán Mitch en América.

El sentimiento general de la población era de "mucha desesperación, aunque al vernos llegar la gente ya respiraba". Esa misma sensación percibió el teniente coronel Fernando Carrasco, jefe del batallón de Castrametación 211 del REI 11. El trabajo de su grupo consistió en construir, mantener y rehabilitar infraestructuras verticales, así como configurar espacios para el alojamiento, pero a su vez también el vaciado de garajes, retirada de escombros y enseres de las calles.

"Las máquinas no paraban, el personal iba relevando, pero las máquinas estaban continuamente trabajando a excepción del repostaje", explica. Todo ello con turnos de incluso 24 horas. Bajo su mando estuvo la soldado Moya, quien tiene la sensación de haber hecho "un gran trabajo" conjunto. "Hubo gente que no salió, pero desde aquí estaban preparando todo para salir en cualquier momento, preparando material, recepcionando material y creo que trabajamos como un auténtico equipo y allí se nos agradeció mucho", recalca.

El teniente Pelayo García tuvo contacto directo con la ministra de Defensa por teléfono, recibiendo varias llamadas para conocer el alcance y la situación que atravesaban. Allí estuvo él, "en una operación de tal envergadura" que lo impresionó por el nivel de "desastre", ayudando en jornadas de 12 horas "a destajo, siempre haciendo turnos y sin hacer ningún parón".

Por su parte, el brigada Mario Luis García estuvo varias ocasiones desplegado en la zona, un trabajo del que está "satisfecho" por el "apoyo enorme de toda la población". La mayor impresión fue directa al observar "la devastación" de cómo habían quedado las calles, las casas y las personas afectadas. "Se pone uno a trabajar para sacar todo adelante", incide, insistiendo en que parece que en casa "nunca va a ocurrir, pero ocurre". "Dimos todo lo que estaba en nuestras manos y siempre sentimos el calor de la población". Un cariño reconfortante y merecido tras unas jornadas de trabajo interminables, pero siempre con la mirada puesta en ayudar y colaborar a recuperar la normalidad de todos los afectados.