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Los Hombres de Musgo toman Béjar: leyenda, fe y raíces en cada paso
La localidad salmantina revive su fiesta más icónica, declarada de Interés Turístico Internacional, con historia y trajes de hasta quince kilos de musgo natural
La localidad salmantina de Béjar ha vuelto a vestirse de historia este domingo con la recreación de su tradición más singular: la de los Hombres de Musgo. Declarada Fiesta de Interés Turístico Internacional, esta celebración única convirtió de nuevo las calles bejaranas en escenario de leyenda, coincidiendo con la festividad del Corpus Christi.
A primera hora de la mañana, como marca el rito, los seis hombres elegidos este año se enfundaron en los conventuales muros de San Francisco los característicos trajes de musgo natural, de hasta quince kilos de peso. Ser uno de los portadores es un honor que se espera durante años: la lista de aspirantes está cerrada hasta dentro de más de una década. En Béjar, encarnar esta tradición es una cuestión de orgullo colectivo y legado cultural.
Desde el convento, los Hombres de Musgo iniciaron su simbólico recorrido por el centro histórico hasta llegar a la Plaza Mayor, donde fueron recibidos entre aplausos por centenares de vecinos y visitantes, así como por las autoridades locales, encabezadas por el alcalde, Luis Francisco Martín. Tras la misa en la iglesia de Santa María la Mayor, el Santísimo salió en procesión para encontrarse con los Hombres de Musgo junto a la plaza de San Juan Bosco, cerrando el momento más emotivo del desfile.
ASÍ SE TEJIÓ LA LEYENDA
La historia que da origen a esta tradición se remonta al año 1267, en plena época de asedios. Según la leyenda, los bejaranos, refugiados en la Sierra tras huir de la invasión musulmana, idearon una estrategia audaz para recuperar su ciudad: cubrir sus cuerpos con musgo y avanzar bajo la oscuridad hasta alcanzar las murallas. Los centinelas árabes, al ver aquellas figuras extrañas moviéndose entre la vegetación, creyeron enfrentarse a criaturas sobrenaturales y huyeron despavoridos, gritando "¡traición, traición!", lo que permitió a los bejaranos entrar sin resistencia.
En memoria de aquella hazaña nacieron dos símbolos: la 'Puerta de la Traición', aún visible en el trazado urbano de la ciudad, y la ermita de Santa Marina, la patrona cuya festividad coincidía con aquel día y que, según la tradición, se había disfrazado para ocultarse, inspirando posiblemente la ingeniosa estrategia.
Con el paso de los siglos, esta gesta legendaria se fusionó con la celebración del Corpus Christi, dando lugar a una de las manifestaciones culturales más singulares del calendario festivo español. Año tras año, Béjar honra con fervor a aquellos héroes camuflados en musgo, y sigue transmitiendo su historia con orgullo, emoción… y mucho verde.
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