NEXUS no se limita a sorprender, va un poco más allá. Explora con fuerza poética las tensiones humanas entre el deseo y el límite, la ambición y la fragilidad, el cielo y la tierra. Cada ascenso parece una conquista. Cada caída, una entrega. La danza se transforma en lenguaje universal, sostenida por cuerpos que flotan y desafían la lógica del peso.

El público -a veces silenciado, otras como hipnotizado y otras siguiendo a la música- seguía con la mirada a estas atletas del aire que recrean figuras propias del ballet clásico, del circo contemporáneo y hasta de la natación sincronizada, todo suspendido, todo en vuelo.

La Plaza Mayor, acostumbrada a espectáculos y celebraciones, se convertía por un momento en otro lugar: un espacio donde lo imposible sucede.

Este primer pase de NEXUS deja claro que estamos ante algo más que un show. Es un encuentro efímero entre arte, tecnología y emoción pura.

Y lo mejor: quien no haya podido verlo esta noche tendrá una segunda y última oportunidad este viernes, tras los fuegos artificiales, en la misma Plaza Mayor. Porque hay cosas que no deberían vivirse.

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