La científica salmantina Sara Cuadrado-Castaño, tras 13 años en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York, regresa a su ciudad natal para capitanear 'Virofend Therapeutics', la primera empresa que se instalará en la bioincubadora Abioinnova. Su objetivo: llevar a la clínica una nueva generación de terapias contra el cáncer basadas en virus oncolíticos.

-¿En qué consiste el proyecto que estás desarrollando en Virofend?

-"El proyecto surge de los años que llevo trabajando en el departamento de Microbiología del Hospital Monte Sinaí, dentro del laboratorio de Adolfo García Sastre. Allí desarrollamos estrategias viroterapéuticas contra distintos tipos de cáncer: colorrectal, melanoma, linfoma, y actualmente mama, entre otros. Nuestros ensayos preclínicos en modelos de ratón han dado resultados extraordinarios, así que el siguiente paso natural es dar el salto a ensayos en humanos.

Por eso nace Virofend: para trasladar estas viroterapias a la clínica, comenzando en España y, concretamente, en Salamanca. El primer tumor que abordaremos en esta fase clínica será el colorrectal. Esperamos que el Hospital Universitario de Salamanca sea el centro de referencia y coordinador de los ensayos".

-¿Cómo se articulará ese proceso desde Salamanca?

"Estamos en contacto con los especialistas del hospital y valoramos hacer un ensayo multicéntrico, con Salamanca como centro principal, y al menos dos hospitales más a nivel nacional, aunque aún están por definir. Si todo va bien, esperamos comenzar a reclutar pacientes a principios del año que viene y arrancar los ensayos clínicos en humanos antes del verano de 2026".

"Queremos transformar el cáncer en una enfermedad crónica y controlable"

-¿Qué pacientes podrán participar en estos ensayos?

"Todavía no está definido. Ahora estamos en el proceso de traducción desde el modelo animal al humano. Debemos analizar qué tipo de pacientes serán más óptimos, considerando el estadio del tumor y la respuesta observada en animales. Se tratará de un perfil específico, pero aún estamos en fase de análisis".

-¿En qué se basa esta terapia viroterapéutica?

-"Nuestra terapia se basa en el uso de virus no humanos y no patogénicos, cuyo hospedador natural son las aves. Son virus con los que estamos en contacto diariamente sin enfermarnos, y que nuestro sistema inmunitario reconoce y elimina sin que lo notemos. Lo interesante es que estos virus, aunque no afectan a células sanas, sí tienen una gran capacidad para infectar células tumorales. ¿Por qué? Porque las células cancerígenas, entre otras cosas, no son capaces de defenderse ante una infección viral.

Lo que hacemos es aprovechar esa debilidad: llevamos el virus al tumor, y este infecta exclusivamente las células cancerosas. Al hacerlo, el sistema inmunitario, que antes no detectaba esas células por los mecanismos de evasión que tienen, de repente sí las reconoce como una amenaza. Así se desencadena una respuesta inmune específica contra el tumor.

Esto es lo que diferencia a nuestra viroterapia de otros tratamientos como la quimioterapia o la radioterapia, que son tóxicos y afectan también a células sanas. Nuestra estrategia es muy localizada y dirigida al foco tumoral. Desde ahí, no sólo eliminamos el tumor de forma directa, sino que educamos al sistema inmunitario para que genere una memoria. Así, si hay metástasis o recaídas años después, el cuerpo sabrá responder sin necesidad de volver a tratar al paciente".

-¿Qué ventajas aporta respecto a las terapias convencionales?

-"Primero, es un tratamiento localizado y altamente dirigido al tumor, lo que minimiza los efectos secundarios. Segundo, genera una respuesta inmunitaria que no sólo ataca el tumor primario, sino también posibles células tumorales diseminadas, como ocurre en las metástasis o en cánceres como el linfoma. Tercero, y quizá lo más importante, es que educamos al sistema inmunitario para que cree linfocitos de memoria. Así, si el cáncer reaparece, el cuerpo ya está preparado para defenderse sin necesidad de una nueva terapia. Esto es lo que no logra la quimio ni la radio".

"Esta terapia no solo cura, también previene recaídas"

-¿Hasta qué punto es innovadora esta estrategia?

-"La gran diferencia respecto a otras inmunoterapias es que nosotros no desbloqueamos funciones ya fallidas, como hacen muchas terapias actuales. Nosotros generamos de forma natural linfocitos activos y de memoria. Es un enfoque integral: atacamos localmente, provocamos una respuesta sistémica y generamos memoria inmunitaria. Esto es lo que hemos demostrado en modelos preclínicos y lo que ahora queremos llevar a la clínica".

-¿Cómo ha sido su trayectoria hasta llegar a este punto?

-"Los inicios fueron durante mi tesis doctoral. La primera viroterapia la diseñé personalmente, y ahora mis estudiantes la están desarrollando para otros tipos de tumores. Fue una idea que tuve cuando estudiaba el doctorado en la Universidad de Salamanca. Este es un trabajo de una década. Hemos estado testando diferentes tipos de cáncer, por eso nos ha llevado más tiempo.

La oportunidad que me dio Adolfo García-Sastre, obviamente, me abrió las puertas no sólo a trabajar en un laboratorio con unos medios impresionantes, sino también a poder hacer este tipo de investigaciones. Pude aprender a trabajar con modelos preclínicos en animales, algo que en España no era posible por falta de recursos. Me he formado aquí con muchos especialistas que trabajan en inmunoterapia y en biología del cáncer, y de ellos he aprendido. Gracias a eso, he podido implementar las viroterapias que yo diseñé, y que ahora trabaja mi equipo para abordar más tipos de cáncer. Básicamente, estar en el Monte Sinaí ha sido la lanzadera para poder hacer este tipo de trabajos".

"Los tratamientos actuales matan células sanas. El nuestro, no"

-Virofend también traerá empleo cualificado a Salamanca, ¿verdad?

-"El equipo de ViroFend Therapeutics S.L. combina excelencia científica, experiencia clínica y un profundo arraigo en Salamanca. La empresa fue cofundada por la docora Sara Cuadrado-Castaño y por Miguel Ángel Ávila, actual director general, con una sólida trayectoria en el ámbito biotecnológico y en la creación de compañías de base científica. En la planificación operativa de los ensayos clínicos destaca Begoña Fernández Rabanillo, Clinical Project Manager, farmacéutica por la Universidad de Salamanca, y especialista en estudios clínicos oncológicos. Le acompaña la doctora Sonia Gómez Gaspar, también farmacéutica y doctora en Biología y Clínica del Cáncer por la misma universidad, responsable del área de I+D y colaboradora en el departamento clínico como Clinical Trial Coordinator. Completan el equipo Noelia Pintado, biotecnóloga y estudiante del Máster en Biología Celular y Molecular de la Universidad de Salamanca, que ejerce como Técnica Clínica; y César Fernández Llamazares, auxiliar administrativo en formación, también salmantino. Un equipo altamente cualificado y comprometido con llevar desde Salamanca una nueva clase de terapias oncolíticas a los pacientes".

-¿Es este un buen momento para que España recupere a su talento científico? En EE. UU., bajo el gobierno de Trump, está habiendo recortes en investigación...

-"Sin duda. Europa, en cambio, está lanzando programas como 'Haz ciencia en Europa', con el objetivo de recuperar investigadores. Y Salamanca está sabiendo aprovechar esta coyuntura. La instalación de Virofend en Abioinnova, junto a otras empresas tecnológicas, es un ejemplo. Se están generando espacios que permitirán que científicos formados fuera puedan estabilizarse aquí y aportar valor".

-¿Llegará el día en que podamos decir que el cáncer tiene cura?

-"Bien, yo creo que estamos cada vez más cerca. Lo he visto con mis propias manos y con mis propios experimentos. Lo vemos de primera mano: eliminamos la enfermedad y generamos memoria inmunológica. Creo que la estrategia de Virofend será exitosa en clínica, y además podremos ampliarla a otros tipos de cáncer. Ahora, en el caso del cáncer colorrectal, ya hemos publicado resultados de eliminación total.

El objetivo fundamental de la mayoría de estas terapias es conseguir eliminarlo y, si no es posible la eliminación total, transformar el cáncer en una enfermedad crónica, en el sentido de que tengamos mecanismos a lo largo de nuestra vida para ir atajándolo. Que no sea una sentencia de muerte. Confiamos en que eso está llegando. Ya hay cánceres que se pueden curar totalmente, y ojalá el colorrectal sea uno de ellos con nuestra terapia.

Pero, sobre todo, lo que se está viendo con todas estas innovaciones es que podemos darle una mejor calidad de vida al paciente. Que no tenga esas toxicidades ni efectos secundarios que muchas veces hacen que la calidad de vida durante el tratamiento sea incluso peor que sin tratamiento.

Tenemos que empezar a transmitir que el cáncer es una enfermedad de envejecimiento, pero no de personas mayores. Cuando hablamos de envejecimiento, hablamos de que nuestro organismo va perdiendo la capacidad de curarse a sí mismo con el tiempo. Cuando somos jóvenes, cualquier catarro no nos deja en la cama; pero conforme envejecemos, eso cambia.

Por eso, es fundamental encontrar medios que permitan controlar la enfermedad durante un periodo largo, volviéndola crónica, como puede ser una diabetes: tienes la enfermedad, pero con tu tratamiento puedes vivir toda la vida".