Las campanas repicaron con fuerza este jueves al mediodía en el barrio de San José, anunciando el inicio de una de las celebraciones más sentidas por sus vecinos: la festividad de San José Obrero, patrón de los trabajadores y alma del barrio que lleva su nombre.

Como cada año, las calles del popular barrio salmantino se convirtieron en un escenario de fervor, música y tradición, donde la devoción se mezcló con el aroma de las flores y el paso solemne de la procesión. A partir de las 12.00 horas, la imagen del santo recorrió el corazón del barrio, acompañada por fieles, cofrades, autoridades y curiosos que no quisieron perderse este momento de comunión colectiva.

El cortejo partió desde la parroquia de San José y avanzó por las calles Maestro Jiménez, avenida Hilario Goyenechea, Maestro Serrano, Joaquín Rodrigo, Maestro Guridi, Diego Pisador, Maestro Soler, Maestro Tárrega, Bartolomé Escobedo y avenida Juan de Austria. Durante el recorrido, la música de la banda local y los cantos populares acompañaron a la imagen, que fue portada a hombros por vecinos y devotos.

La celebración contó con una amplia representación del Ayuntamiento de Salamanca, con la presencia del alcalde Carlos García Carbayo junto a varios concejales así como el presidente de la Junta de Semana Santa, Francisco Hernández.

Con motivo de este acto, el Ayuntamiento cerró temporalmente al tráfico las vías mencionadas, por lo que se pidió a los conductores evitar la zona y optar por rutas alternativas. La celebración fue una oportunidad para detenerse un momento y participar —aunque solo fuera con la mirada— de una tradición que, más allá de lo religioso, es símbolo de identidad y memoria compartida.

"San José nos recuerda el valor del trabajo, del esfuerzo y de la familia", comentaba una vecina mientras preparaba flores para adornar su balcón. "En este barrio, donde todos nos conocemos, esta fiesta es como una gran reunión familiar."

Así, entre rezos, aplausos y sonrisas, el barrio de San José se vistió de fiesta este Primero de Mayo, uniendo fe y cultura popular en una jornada que quedó grabada —como cada año— en la historia viva de Salamanca.