El Paraninfo de la Universidad de Salamanca ha reflejado en la mañana de este jueves, 23 de noviembre, un sinfín de emociones. Con los pelos de punta por la música, por el mensaje y por el testimonio, decenas de hombres y mujeres se han congregado en torno a Marta del Pozo, directora del Centro de Investigación de Género de la USAL, y Rozalén, cantante y compositora, creadora de uno de los himnos más conocidos de nuestro país contra la violencia machista, 'La Puerta Violeta'. 

El epicentro del acto ha sido un coloquio entre la propia Marta del Pozo y Rozalén, en el que se ha analizado hasta el más mínimo detalle su canción, su motivo, lo que supone, la cantidad de puertas violetas que abre. Porque lo que más sorprende es, precisamente y valga la redundancia, la sorpresa que siente la cantautora cada vez que va por la calle y una mujer toma la iniciativa de pararse a hablar con ella. "Se echan a llorar, me dicen que han encontrado su puerta violeta y me dan las gracias", señala. 

Reconociendo el "temor" y "miedo" que sintió en un primer momento por contar y expresar lo que ella en un momento tuvo que pasar sin llegar a sufrir agresiones físicas, Rozalén habla de amores "tóxicos" en su vida y de un "bucle de humillaciones" que le llevó a expresar sobre notas una "difícil" situación, que a veces cuesta denunciar sin un moratón de por medio. "Eso es La Puerta Violeta, después de un momento muy 'chungo' para mí". Su terapeuta le dijo que "pintara" y pintó: "Pinté una puerta, de qué color, violeta, y detrás de la puerta el Pirineo Aragonés, donde me sentía libre y es ahí donde me imaginó cada vez que la canto". Después de recibir ayuda psicológica, además de liberarse con la canción, aprendió a "poner límites", a "saber qué no permitir". 

El machismo es el fuego que todo lo arrasa

El videoclip se grabó en la Sierra Segura, tras un incendio que arrasó toda vida vegetal y animal posible, una sensación que Rozalén describe como cercana a la "muerte": "No se oía nada, no había vida, ni pájaros, nada. La naturaleza estaba quemada y el silencio era absoluto. El machismo es eso, el fuego que todo lo arrasa". 

Sin embargo, ella decidió volver a sembrar vida, dibujando puertas violetas que han llegado a muchas mujeres en España: "La cantidad de mensajes que recibimos me sorprendió y me sigue sorprendiendo. Si bien es cierto, cuanto más se escucha es peor, es mala señal. Hay mujeres que se me echan a llorar por la calle, me dicen 'yo pinté mi puerta violeta' y se marchan". 

Por eso, resulta indiscutible que forme parte del repertorio de canciones de sus conciertos: "Hay canciones que sé que voy a tener que cantar toda la vida".