Salamanca ha vivido un año particularmente trágico en materia de seguridad vial desde los últimos tiempos. Desde el pasado mes de enero y hasta este final de dicmebre, las carreteras y calles de la provincia han dejado un balance de 14 siniestros mortales y 15 personas fallecidas, una cifra muy similar a la de 2024 con lo que siniestralidad no se ha reducido y que ha ido creciendo de forma constante y que tuvo su punto más crítico durante el verano, especialmente en agosto.

El último episodio se produjo el 8 de noviembre de 2025, en la calle Calzada de Medina, en la capital salmantina. Un accidente de tráfico se saldó con una mujer fallecida y otra persona herida, elevando de nuevo una estadística que ya era preocupante. Este siniestro se suma a una larga lista de tragedias que han golpeado de lleno a familias enteras y han teñido de luto a distintos municipios de la provincia.

El año comenzó con un atropello mortal en plena ciudad. El 22 de enero, un hombre de más de 70 años perdió la vida tras ser arrollado en el paseo de la Estación, en el cruce con el Túnel de la Televisión. A partir de ahí, los accidentes se sucedieron con especial crudeza a partir de la primavera.

En mayo, dos muertes en apenas doce días marcaron un cambio de tendencia. El 11 de mayo, un varón de 49 años, procedente de Valencia y participante en una concentración motera, falleció tras ser atropellado cuando caminaba por la carretera SA-605. Poco después, el 23 de mayo, un conductor portugués perdió la vida al volcar su furgoneta en la A-66, a la altura de Mozárbez.

Junio trajo consigo una de las víctimas más jóvenes del año. Un chico de 19 años murió el día 19 tras colisionar su turismo contra un camión en la subida al puerto de Vallejera, en el término municipal de Sorihuela.

En julio, la tragedia volvió a las calles de la capital: un hombre de 82 años fue atropellado por un autobús urbano en la Gran Vía, falleciendo días después en el Hospital de Salamanca. Ese mismo mes, el 21 de julio, un motorista de 27 años murió tras una salida de vía en un camino de tierra en Pitiegua.

Sin embargo, agosto se convirtió en el mes más negro del año, con siete fallecidos, casi la mitad del total anual. En apenas 72 horas, entre el 1 y el 2 de agosto, murieron tres mujeres de 32, 45 y 71 años en distintos accidentes ocurridos en Guijuelo y Sancti-Spíritus. Al día siguiente, el 3 de agosto, un hombre de 54 años falleció en una salida de vía en la carretera DSA-170, en La Cabeza de Béjar.

Uno de los siniestros más graves tuvo lugar el 26 de agosto en Beleña, cuando un turismo cayó desde un puente de la A-66 hasta la N-630. En el accidente murió un hombre de 50 años y resultaron heridos su esposa y sus tres hijos. La mujer, de 31 años, falleció dos días después en la UCI del Hospital de Salamanca. A esta tragedia se sumó la muerte, el 29 de agosto, de una mujer de 78 años que llevaba más de dos semanas ingresada tras ser atropellada en Guijuelo.

El último fallecido antes del accidente de noviembre fue un camionero de 54 años, que perdió la vida de madrugada el 13 de octubre al salirse de la vía en la A-62, en Carrascal de Barregas, quedando el vehículo volcado sobre la línea férrea Salamanca-Portugal.

Un balance demoledor que sitúa a Salamanca ante uno de los veranos más trágicos en décadas, reabriendo el debate sobre la seguridad vial y la necesidad de reforzar medidas de prevención en carreteras y entornos urbanos.