Este es el calendario del deporte salmantino para estos días
Galería de imágenes: En la grada azulona, por fin un partido con Avenida para saborear
El regreso tras el parón por selecciones se vive entre sonrisas, sustos, celebraciones y la satisfacción de un partido dominado de principio a fin
En el pabellón Silvia Domínguez se volvió a respirar baloncesto con calma. De esas mañanas en las que el aficionado llega con la bufanda al cuello y, por una vez, la puede agitar más por pura alegría que por nervios. No habían pasado ni cinco minutos y el runrún lo decía claro: "Hoy el equipo está fino." La grada lo agradecía, casi aliviada, viendo cómo el ritmo, la defensa y la puntería volvían a aparecer después del parón.
A cada recuperación, a cada mano activa, el público empujaba con un murmullo que terminaba en aplauso. Cuando Meyers soltó el primer triple con esa mezcla suya de descaro y luz -como si todo fuera más fácil cuando ella sonríe-, el pabellón se encendió. Era la confirmación de que el día acompañaba, de que había gasolina en las piernas y algo más ligero en la cabeza.
Pero no todo fue fiesta. Cuando Jankovic cayó al suelo, un silencio súbito congeló el ambiente. Ex azulona, querida y respetada, su gesto de dolor dolió también en la grada. Después, los aplausos de ánimo retumbaron como abrazo colectivo, un recordatorio de que el baloncesto, por encima de camisetas, también va de personas.
Los aficionados se levantaron de pie con los latigazos de Soriano, pura electricidad en zapatillas. Con cada robo y cada carrera de Iyana Martín, aparecía un "¡qué barbaridad!" escapado entre risas. Y cuando Cave se zambulló en el rebote como si fuera la última pelota del partido, más de uno señaló con la cabeza, orgulloso: "Eso es Avenida."
El final del encuentro tuvo regalo incluido. La grada ya estaba en modo celebración cuando la joven Erikstrup soltó ese triple picante, inesperado, delicioso. El banquillo explotó y, en la grada, muchos vivieron el momento como si fuera un bautizo baloncestístico. Brazos al aire, móviles grabando, sonrisas amplias: la magia de ver crecer a una jugadora en directo.
Una mañana de baloncesto sin sobresaltos, con una grada que recuperó el gusto de disfrutar, de sentir, de celebrar juntas.








