Unionistas salió al césped de El Prado con la claridad de ideas de quien sabe que los partidos, a veces, son como semillas: se plantan pronto, se riegan con paciencia y se protegen del viento cuando arrecia. Y así fue. Antes de que el reloj marcara cinco minutos, el conjunto salmantino ya había sembrado el gol que terminaría siendo oro.

Un arranque dominante permitió a Unionistas golpear primero. En el minuto 1, Álvaro Gómez avisó con un disparo potente que se marchó arriba. Apenas cuatro minutos después, llegó la obra que marcaría el encuentro: salida limpia desde atrás, balón a Olmedo en la derecha y centro preciso que encontró a Gastón Vallés donde los delanteros de verdad esperan. Toque sencillo, gol mayúsculo y 0-1 para empezar a escribir la historia del partido.

A partir de ahí, el guion fue claro: Unionistas tenía la ventaja y el oficio necesario para defenderla. Talavera, herido en su orgullo, intentó responder. Unai Marino, con la serenidad de un faro en plena tormenta, despejó de puños un disparo peligroso de Valen en el 13. En otra acción inmediata, un balón suelto tras un córner lo mandó arriba Marcos. No sería la última vez que el guardameta del equipo salmantino se erigiera en protagonista silencioso.

Mientras los locales buscaban a Valen como brújula ofensiva, Unionistas, bien colocado atrás, esperaba su momento. Abde lo intentó desde lejos en el 32, pero el descanso llegó con la sensación de que el Talavera mandaba en la posesión, aunque no en las ideas, y que el equipo de Mario Simón sabía exactamente qué partido estaba jugando: uno de los que exigen cabeza fría, orden y una fe inquebrantable en el trabajo colectivo.

EL MURO SE MANTIENE Y EL OFICIO CRECE

El segundo tiempo comenzó sin cambios, y pronto llegó la acción polémica: Nogales pidió penalti en el 50, mostrando la 'cartulina azul', y la colegiada acudió al monitor. Tras revisar, decidió que no había nada. Un alivio para Unionistas, que mantuvo la compostura como si nada hubiera pasado.

Los salmantinos alternaban fases de repliegue inteligente con intentos de estirarse. En el 57 entraron De la Nava y Pere Marco para refrescar piernas. Poco después, Gorjón encontró un balón suelto en el área, pero no logró definir (60). El encuentro se endureció y se volvió trabado, terreno ideal para los equipos que saben sufrir. Unionistas, que lleva semanas en esa versión madura, no se descompuso. El Talavera comenzó a empujar sin pausa, colgando balones y buscando la espalda de la defensa. Pero allí estaba Marino, gigantesco, inalterable. 

El carrusel de cambios siguió en ambos equipos, mientras el reloj jugaba a favor de Unionistas. En el 82, buena acción colectiva que terminó con De la Nava rematando fuera. La tuvo de nuevo en el 85 tras un pase filtrado, pero el destino quiso que el suspense durara un poco más. Ya en el 88, Álvaro Gómez, exhausto tras un partido de esfuerzo incansable, mandó muy desviado un disparo que pudo sentenciar. No se le podía pedir más: había sido un soldado en cada duelo, en cada carrera.

Los últimos minutos fueron un ejercicio de supervivencia elegante. Sin desordenarse, sin temblar, Unionistas defendió su tesoro de un tanto como quien custodia una reliquia. Talavera no encontró el camino y cuando lo hizo, siempre apareció Marino, enorme, seguro, casi imbatible.

Cuando el pitido final puso fin al encuentro, Unionistas sabía que había firmado uno de esos partidos que todo equipo aspirante en Primera Federación debe dominar: aprovechar la que tiene, saber sufrir, no cometer errores y sostenerse en la fe colectiva. Unionistas suma y sigue. Ya son seis partidos sin perder, victoria de peso fuera de casa y, además, ante un rival directo. Tres puntos construidos desde el minuto uno y defendidos con uñas, disciplina y serenidad. Una cosecha fructífera nacida de una pequeña semilla plantada al amanecer del encuentro.

Así fue el DIRECTO del partido