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Geólogos de la USAL reconstruyen el pasado extremo del Mediterráneo
Francisco Javier Sierro participa en un estudio internacional que resuelve la paradoja de los niveles dispares durante la Crisis de Salinidad del Messiniense
El catedrático Francisco Javier Sierro, del Departamento de Geología de la Universidad de Salamanca, forma parte de un equipo internacional que acaba de publicar un trabajo clave en la revista Science Advances. El estudio desarrolla un modelo numérico capaz de explicar cómo el Mediterráneo pasó, hace más de cinco millones de años, de ser una gigantesca salina a convertirse en un lago de agua dulce de nivel variable, y cómo finalmente se transformó en el mar que hoy conocemos.
El fenómeno se enmarca en la Crisis de Salinidad del Messiniense (CSM), ocurrida hace unos 5,6 millones de años, cuando los movimientos tectónicos cerraron el último estrecho que conectaba el Atlántico con el Mediterráneo. La desconexión provocó una caída drástica del nivel del mar y la formación de enormes depósitos de sal. "Se precipitó un millón de kilómetros cúbicos de sal", detallan los investigadores, "pero los registros sedimentarios muestran datos contradictorios sobre el grado de desecación".
A lo largo de más de 200.000 años, el Mediterráneo se convirtió en un sistema sumamente sensible a las oscilaciones climáticas y al caudal de entrada de los ríos. "Durante ese tiempo, el nivel del Lago Mare subía en épocas de lluvias y descendía en los periodos secos. Estaba completamente a merced del clima y del aporte fluvial", explica Sierro.
Lo novedoso del estudio, dirigido por Daniel García Castellanos del instituto GEO3BCN-CSIC, es que el modelo desarrollado consigue reproducir dos tipos de registros geológicos hasta ahora difíciles de conciliar: uno que sugiere una desecación casi completa y otro que indica la existencia de un nivel de agua relativamente alto. "El modelo reproduce con éxito los dos registros geológicos y sedimentarios documentados, aparentemente incompatibles entre sí", aseguran los autores.
La clave está en el papel del gran lago Paratethys, ubicado al norte del Mediterráneo y del que hoy solo quedan el mar Negro y el Caspio. Hace 5,5 millones de años, el descenso del nivel mediterráneo generó un desnivel enorme con respecto al Paratethys, lo que desencadenó una intensa erosión en los estrechos que los conectaban. Esa erosión, a su vez, permitió un mayor flujo de agua dulce hacia el Mediterráneo, que elevó su nivel hasta 1.300 metros y provocó un descenso en el Paratethys.
Durante las fases más secas, el efecto fue aún mayor: la diferencia de niveles aumentó la erosión y profundizó los cañones fluviales. "El modelo muestra la propagación de una onda erosiva hacia los continentes circundantes que añadió un aumento gradual del nivel del mar, superpuesto a las oscilaciones climáticas del Mediterráneo", señala Sierro.
Este complejo proceso culminó cuando el agua del Atlántico volvió a entrar al Mediterráneo hace 5,33 millones de años, cerrando la CSM. Este evento dejó tras de sí tres fases claramente identificables: un aumento inicial de la salinidad, la precipitación masiva de yeso y sal, y finalmente la formación del Lago Mare.
Además de ser un hito geológico, esta etapa tuvo un profundo impacto ecológico. La brusca variabilidad de salinidad y temperatura generó una crisis en la biodiversidad marina sin precedentes. Un estudio anterior del mismo consorcio, publicado en Science, demostró que solo el 11% de las especies endémicas sobrevivieron, y que la recuperación ecológica llevó al menos 1,7 millones de años.
Los hallazgos también ayudan a comprender los grandes depósitos salinos del planeta. Como recuerda Sierro, "los movimientos litosféricos han aislado mares en muchas regiones del mundo, provocando acumulaciones de sal que han sido explotadas desde la antigüedad, como en Hallstatt (Austria) o Khewra (Pakistán)".
La huella del Lago Mare aún puede verse hoy en sedimentos de las provincias de Almería y Málaga. "Son objeto de estudio de nuestros alumnos de Geología de la Universidad de Salamanca", añade el investigador.
Los datos recopilados en campañas oceanográficas permiten no solo entender la historia del Mediterráneo, sino también aplicar ese conocimiento a otros mares antiguos. "El análisis de sus sedimentos nos permite avanzar en el estudio de otros gigantes salinos del planeta, comprender la función de todos ellos en la evolución geológica de la Tierra y sus ecosistemas", concluye Sierro.
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