Colinas y González Iglesias reposan sus miradas en la fachada de la Universidad con 'A la ciudad y al mundo'

El singularísimo volumen incorpora en un estuche de lujo sendos poemarios inéditos creados ex profeso por los dos Premios Castilla y León de las Letras

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Colinas y González Iglesias reposan sus miradas en la fachada de la Universidad con 'A la ciudad y al mundo'
César Combarros / ICAL
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Corría el año 2017, en vísperas de la conmemoración del octavo centenario de la Universidad de Salamanca, cuando Eduardo Azofra, entonces al frente de la editorial de la institución académica, decidió encargar a Antonio Colinas y Juan Antonio González Iglesias sendos poemarios en los que profundizaran en los infinitos misterios que encierra la Portada Rica de las Escuelas Mayores. Aquel proyecto quedó ahí, "como semilla bajo tierra", en palabras de Colinas, y tras años silenciado con las creaciones de ambos guardando reposo, fue Jacobo Sanz Hermida, actual director de Ediciones Universidad de Salamanca, quien retomó el proyecto hasta darle su forma definitiva. El resultado es un libro singularísimo, ya a la venta al precio de 98 euros, que en un único estuche de gran formato encierra los dos poemarios, inéditos, exentos pero complementarios y creados ex profeso para la ocasión, en diálogo con 14 ilustraciones realizadas en linograbado por Eugenia Crespo Matellán.

Como relata a Ical González Iglesias, flamante último Premio Castilla y León de las Letras, 'A la ciudad y al mundo' entronca de forma directa con la écfrasis, un género del mundo antiguo que consistía en la descripción precisa y detallada de un objeto artístico especialmente bello. Él aclara que no se trata de un libro escrito a cuatro manos, sino fruto de la mirada independiente de cada uno de los autores, que a lo largo de los últimos años se han visto en repetidas ocasiones, "hablando a menudo de casi todo menos de los poemas", confiados en todo momento a que sus creaciones compartirían, por sí mismas, "una armonía de fondo".

"Existía entre nosotros una especie de condición no escrita de no saber nunca lo que estaba haciendo el otro, algo que impregnaba el proyecto de un cierto misterio e intriga. Finalmente, se ha producido una dicotomía donde Juan Antonio se ha ceñido más a las formas métricas y yo he buscado que el texto fuera atmósfera, para intentar ir más allá de todas las interpretaciones históricas que ha tenido la fachada a lo largo de los siglos", apostilla Colinas, que subraya en varias ocasiones el "reto" que suponía el encargo, ya que "sobre la fachada de la Universidad se ha escrito mucho y muy variado, pero nunca se había realizado una aproximación a través de dos poetas".

De 'La Eneida' a la poesía sufí

"Su libro es más simbólico y el mío más descriptivo", explica González Iglesias, que subraya su "asombro" por esa fachada "desde que era un niño". "Para un latinista como yo, la fachada es el libro sexto de 'La Eneida' en piedra; es la obra de Virgilio, que encierra el secreto de lo clásico, puesta ante nuestros ojos. En ese libro, Eneas desciende a la ultratumba y ve en el futuro a los bienaventurados; la fachada hace lo mismo: muestra a una galería de personajes del pasado pero que se dirigen hacia el futuro, con los bienaventurados de todos los tiempos. Es una confianza proyectada hacia el futuro", relata.

Además de las inscripciones en latín y en griego, asegura que toda la imaginería representada remite al pensamiento clásico y está rodeada de misterio. "Antonio lo ha descrito como un bosque de símbolos y que creo que es perfecto. En mi caso yo he apelado a la universalidad de la universidad y a los universales, prestando atención por ejemplo a los Reyes Católicos, sucesores de Alejandro y los ptolomeos, que sonríen como asomados desde una ventana circular, desde la primera biblioteca pública de España, que recoge el saber del mundo, heredera del saber helenístico".

Entre sus versos se vislumbra el legado de autores como Virgilio y Horacio, Góngora, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Paul Valéry, Juan Ramón Jiménez, Unamuno o Machado, en una idea de explorar cómo lo local trasciende el tiempo y el espacio hasta convertirse en universal, con el mensaje final de que "la poesía es el único discurso que promueve el conocimiento desde el corazón".

Por su parte, Colinas señala que el punto de partida de su texto fue "la idea del poeta sufí, que dice que la vida o la naturaleza es un libro abierto que solo tenemos que leer e interpretar". "Yo concibo esa fachada como un libro de piedra, abierto por dos páginas. Es un libro que hay que interpretar a través de la simbología, que es muy rica y muy variada en los tres pilares en los que se asienta esa fachada: la historia, lo sagrado y lo profano", explica antes de advertir que "la contemplación conduce a una revelación".

El bañezano subraya "la importancia y la serenidad del símbolo para los humanos", un elemento que le permite "ver esa fachada como un bosque en el que hay que penetrar, y que no es, en el fondo, otro bosque que el de la vida". Para Colinas, "Salamanca es seguramente la ciudad de España con más tradición literaria y humanística", una ciudad marcada por "una luz muy especial", que impregna todo, "cuando las piedras se tornan de oro, sobre todo después de llover y en otoño, cuando reaparece el sol".

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