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Casa Talita abre sus puertas en Salamanca para ofrecer una nueva oportunidad a jóvenes vulnerables
Se trata de una iniciativa interinstitucional que acompaña en su transición a la vida adulta a mujeres jóvenes sin hogar tras dejar los centros de protección
Salamanca cuenta ya con Casa Talita, un proyecto pionero y solidario que nace con el objetivo de ofrecer una segunda oportunidad a mujeres jóvenes en situación de vulnerabilidad. Impulsada por ARCORES España (Agustinos Recoletos), las Hermanas de Nuestra Señora de la Consolación y las Hijas de Jesús, esta iniciativa es posible gracias a la cesión altruista de una vivienda por parte de la Diócesis de Salamanca.
Más que un simple recurso habitacional, Casa Talita es un espacio de acompañamiento integral, diseñado para que mujeres jóvenes que han cumplido los 18 años y deben abandonar los centros de protección de menores, puedan transitar hacia una vida adulta autónoma y estable.
El nombre del proyecto, 'Talita', proviene del arameo y significa "niña, levántate", unas palabras que, según el Evangelio, Jesús dirigió a una joven para devolverle la vida. Con ese espíritu, la casa quiere convertirse en un lugar de renacimiento para chicas que lo han tenido difícil.
La fortaleza de Casa Talita radica en su carácter interinstitucional, que aúna experiencia, recursos y enfoques complementarios. El acompañamiento que se ofrece incluye alojamiento temporal, formación para la inserción laboral, desarrollo de habilidades para la vida independiente y apoyo emocional.
Cada joven accede al recurso tras un proceso de valoración por parte del equipo técnico, que incluye un contacto previo con las entidades promotoras, un informe detallado de su situación y el diseño de un Plan de Atención Individualizado, adaptado a sus necesidades y objetivos. La metodología garantiza una atención realista, adecuada y transformadora.
"Casa Talita surge como respuesta a una problemática social poco visible pero muy real: la situación de vulnerabilidad que enfrentan las jóvenes en riesgo de exclusión social que, al cumplir 18 años, deben abandonar los centros de protección de menores sin contar con redes familiares de apoyo. La colaboración interinstitucional ha sido clave para hacer realidad este sueño. Esperamos que nuestra experiencia inspire iniciativas similares en otros lugares", han asegurado los promotores.

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