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La esperanza pasea por el hospital: un Vía Lucis que abraza el dolor con luz de Resurrección
La Diócesis de Salamanca cierra el Jubileo de los Enfermos con una emotiva procesión frente al Clínico Universitario, llevando consuelo, fe y cercanía a quienes viven la fragilidad de la enfermedad
Esta tarde, a los pies del Hospital Clínico Universitario de Salamanca, el dolor y la esperanza se entrelazaron en un acto profundamente simbólico y conmovedor. A las 18:30 horas, cientos de personas se congregaron frente al complejo asistencial para celebrar el Vía Lucis de la Esperanza, culminación del Jubileo de los Enfermos, que desde el 17 de mayo ha llenado de fe, oración y consuelo la capilla del hospital.
La imagen de Jesús Resucitado, obra del escultor salmantino Alejandro Carnicero y cedida para la ocasión por la Cofradía de la Vera Cruz, encabezó la procesión, junto a la Virgen del Consuelo, titular del propio hospital. Ambas imágenes recorrieron, en silencio y oración, siete estaciones especialmente preparadas por representantes del mundo sanitario, la pastoral, comunidades religiosas y colectivos de personas con discapacidad. Cada estación fue una parada de reflexión, donde la fe se hizo palabra, gesto y lágrima compartida.
Monseñor José Luis Retana, obispo de Salamanca, presidió la celebración, subrayando el valor del sufrimiento vivido con esperanza, y recordando que "el Resucitado sigue caminando con nosotros, también en los pasillos de este hospital. Hay que orar por los enfermos y por los sanitarios que trabajan sin descanso e investigan para tratar de curar o al menos curar".
"El Señor Resucitado y su madre María nos acompañan en el Vía Lucis, pero, sobre todo, que nos acompañen en el camino de nuestras vidas con sus sufrimientos y oscuridades que esperanzados por su victoria percibamos la luz, la fuerza que brota de la cruz y de la resurrección de Cristo y podamos ser verdaderos peregrinos de la esperanza porque en esperanza fuimos salvados".
A su alrededor, grupos diocesanos, movimientos apostólicos, religiosos, personal sanitario, familiares y pacientes participaron con recogimiento, creando un clima de profunda comunión y consuelo compartido.

Durante la semana previa, la capilla del hospital se había transformado en un espacio de oración continua. Cada tarde, a las 18.30 horas, distintos grupos pastorales —desde la Pastoral de la Salud hasta CONFER, pasando por Pastoral Universitaria, de Familia y Vida, y Apostolado Seglar— guiaron momentos de recogimiento ante el Resucitado. Cada mañana, la eucaristía continuó ofreciendo aliento espiritual a quienes enfrentan la enfermedad, el duelo o la incertidumbre.
Mercedes Bayo, religiosa de los Sagrados Corazones y miembro del Servicio de Asistencia Religiosa Católica en el hospital, ha acompañado día tras día este camino espiritual. "Esta ha sido una Pascua orante en torno al Resucitado", afirmaba con emoción. Para ella, la imagen del Cristo Resucitado es "un signo visible de esperanza en un lugar donde el sufrimiento, muchas veces, hace tambalear la fe y la confianza en el amor de Dios".

El Vía Lucis de este domingo se enmarca dentro del Año Jubilar de la Esperanza 2025, convocado por el Papa Francisco con la bula Spes non confundit, que invita a la Iglesia a ser fermento de reconciliación y renovación espiritual. El pontífice ha señalado expresamente a los enfermos como "destinatarios privilegiados del anuncio de la esperanza", pidiendo a las comunidades que hagan tangible ese consuelo.
En este mismo espíritu, Andrés González, vicario de Pastoral y coordinador del Jubileo en la diócesis, había animado en los días previos a participar en este gesto público de fe: "Es un modo concreto de vivir el Jubileo, llevando la luz del Resucitado allí donde la esperanza se pone a prueba cada día".
Hoy, esa luz ha brillado con fuerza. No solo en las andas procesionales ni en las oraciones pronunciadas, sino en los rostros de quienes -desde una cama de hospital o al pie de ella- descubren que, incluso en la noche más oscura, la esperanza no está confundida. La Iglesia de Salamanca, con este gesto fraterno y pascual, ha vuelto a decirle al mundo: no estáis solos.
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