Acompañar, jugar, escuchar: el voluntariado que humaniza las tardes de hospital para los niños ingresados

Jóvenes voluntarios de Cruz Roja ofrecen apoyo emocional y diversión a los niños hospitalizados, brindando un respiro a sus familias y haciendo más llevadero su ingreso

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El autor esTamara Navarro
Tamara Navarro
Lectura estimada: 5 min.

En el Hospital de Salamanca, entre pasillos silenciosos y habitaciones que albergan historias pequeñas y valientes, se despliega una presencia constante, discreta y cálida: la de Cruz Roja Juventud, que desarrolla, en colaboración con el Complejo Asistencial Universitario de Salamanca de Sacyl, el proyecto 'Atención con Infancia Hospitalizada'. Este programa nace con un propósito tan claro como sensible: mejorar la calidad de vida de los niños de entre 0 y 14 años que atraviesan ingresos hospitalarios, así como la de sus familias, ya sea en el propio hospital o en aquellos casos en que la hospitalización se lleva a cabo en casa.

La labor principal del proyecto se centra en proporcionar actividades lúdico-educativas y acompañamiento emocional, no sólo para distraer y hacer más llevadera la estancia de los menores, sino también para ofrecer un respiro tan necesario a sus familias.

Durante el año 2024, un total de 64 personas voluntarias formaron parte de este trabajo comprometido, con 837 acompañamientos realizados en el Hospital de Salamanca y en sus domicilios. En lo que va de 2025, 24 jóvenes voluntarios han realizado 103 acompañamientos.

Las actividades van desde la animación con juegos, manualidades o plastilina, hasta el acompañamiento más personalizado y constante cuando los casos lo requieren. En estancias cortas, el objetivo es entretener, estimular la creatividad de los pequeños y aportar alegría al tiempo compartido.

En ingresos de mayor duración, como los domiciliarios o los relacionados con salud mental, la intervención va más allá: se trabaja con la familia, se acompaña al menor emocionalmente, se le apoya en las tareas escolares y se procura facilitar tanto el descanso como la conciliación familiar.

Todo ello se realiza en constante coordinación con los profesionales sanitarios del hospital, que forman parte activa del proceso. Con esta complicidad entre cuidados médicos y humanos, se configura una red de apoyo que va más allá de lo técnico. El proyecto está subvencionado por la Junta de Castilla y León, a través de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades, y financiado con cargo a la asignación tributaria del 0,7% del IRPF y del Impuesto sobre Sociedades, dentro de los programas de interés general.

Raquel Morales es una de las voluntarias del proyecto. Estudia Medicina y lleva tres años participando con Cruz Roja. Se acercó al voluntariado con la idea de que podría aprender algo sobre diagnósticos y acercarse a su futura profesión, pero pronto entendió que aquello iba de otra cosa. "vas a lo que vas, para entretener a los niños y que los papás tengan un descanso, irse a tomar un café, ducharse porque están ahí todo el día... El proyecto consiste en entretener, jugar con ellos para que se les haga más amena la tarde", cuenta.

 

 

 

"Lo haces con ganas, ilusión… porque sabes que ayudas de verdad"

 

La actividad se realiza una tarde a la semana, durante dos horas. "Somos un grupo grande, entonces nos organizamos bien y vamos tres o cuatro voluntarios", explica. Dentro del proyecto también están los acompañamientos más exigentes, cuando se trata de menores que no pueden quedarse solos, por circunstancias familiares o por la propia naturaleza del ingreso. 

Raquel destaca cómo los adolescentes y niños más mayores buscan algo más que juego: buscan conversación, compañía, alguien con quien hablar y compartir. "A veces llegan para un día y están una semana... La satisfacción que te da salir de ahí, estar con ellos y ayudar a sus padres, es saber que ayudas y aportas. Al final, mañana puedes ser tú. Es importante que nos ayudemos unos a otros". Por lo general, los menores atendidos tienen fracturas, enfermedades respiratorias u operaciones que requieren ingreso, aunque hay ciertas unidades, como la de Oncología, a las que el voluntariado no accede. Aun así, el baúl de juegos disponible está preparado para todas las edades: puzles, cartas, plastilina, todo lo que pueda transformar un rato hospitalario en un momento amable. "Los padres nos dan las gracias en la misma habitación, pero cuando más se transmite el agradecimiento es en los acompañamientos como los de salud mental", añade.

Sobre la humanización de los hospitales, Raquel es clara: "Falta mucho por recorrer. Es cierto que cada vez se hacen más cosas... pero se sufre muchísimo, sobre todo los padres de los niños". Cree que la hospitalización infantil sigue siendo un proceso duro y que el entorno hospitalario no siempre consigue suavizar ese dolor.

 

 

 

"Un baúl lleno de juegos para todas las edades: puzles, cartas…"

 

Ana López-Asúnsolo también forma parte del voluntariado. Estudia Psicología y conoció el proyecto gracias a sus profesores, que le hablaron de la importancia de los voluntariados vinculados al trato humano. "Hay cosas que están relacionadas y lo vi como una oportunidad de trato con las personas", recuerda. Ana describe el día a día con la misma ternura que Raquel: "Vamos habitación por habitación, preguntamos a los peques si quieren jugar o si les apetece que juguemos con ellos. También tenemos una sala común donde puedes ir con varios y estamos ahí con todos. El objetivo es entretenerles y que las familias tengan un poco de descanso".

A veces, el juego se convierte en conversación, tanto con los niños como con sus padres, que encuentran en el voluntariado un lugar donde desahogarse. "Me ayuda mucho a desconectar del día a día y de las ocupaciones. Allí disfruto al estar con ellos, te sientes gratificada porque ayudas. Conoces a gente, no solo a familias y niños, también a los compañeros con los que vas".

En lo referente a la humanización hospitalaria, Ana tiene una visión más optimista que su compañera. "El personal que está en el hospital atiende muy bien a las familias y, junto con nuestro voluntariado, la gente está muy agradecida. He tenido la suerte de dar con gente que está súper a gusto", asegura. También destaca el cuidado que reciben por parte del equipo de Cruz Roja, especialmente por parte de Carla, la coordinadora: "Siempre está súper atenta, se preocupa por nosotros, si necesitamos cualquier cosa... Quiero agradecerlo, me hacen sentir muy cómoda. Es un voluntariado que se hace con muchas ganas e ilusión".

Este martes, con motivo del Día Internacional de la Infancia Hospitalizada, Cruz Roja Juventud participó en los actos organizados por el Complejo Asistencial Universitario de Salamanca. Pintacaras para los más pequeños y la lectura de un manifiesto en la puerta del hospital, símbolos visibles de una labor que, en realidad, se construye en silencio cada tarde, habitación por habitación, con juegos, sonrisas, escucha y presencia. En cada voluntario hay una mano tendida, una tarde compartida, un compromiso humano que devuelve a los niños y niñas algo esencial: su derecho a la infancia, incluso en medio de la enfermedad.

Porque, como dice Raquel, "mañana puedes ser tú".

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