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El Pozo de los Humos: el rugido del agua desatada
Las últimas lluvias han convertido la cascada en un espectáculo de furia y belleza
El estruendo se oye mucho antes de llegar. Un rugido sordo y continuo que sacude la garganta de la tierra. Las últimas lluvias han llenado el Pozo de los Humos hasta los bordes, desbordando su furia contenida en una caída de espuma y vértigo.
Desde lo alto, el agua se desploma en una cortina blanca, golpeando la roca con tal fuerza que el aire mismo parece vibrar. La bruma se eleva como un aliento espectral, cubriendo las paredes del barranco con un velo de humedad y misterio. Pequeñas gotas vuelan en todas direcciones, prendidas en la luz de la tarde como fragmentos de cristal.
El Duero y sus afluentes han engordado con la lluvia, arrastrando la memoria del cielo en su caudal crecido. Ahora, el pozo no es un simple salto de agua: es una bestia desatada, una herida abierta en la piel de la sierra, un abismo que devora el río y lo regurgita hecho espuma.
Los robles y encinas cercanos beben de su aliento húmedo, y las piedras resbaladizas guardan el eco de antiguas historias.
Las gentes del lugar dicen que cuando el Pozo de los Humos brama con tanta fuerza, la tierra recuerda su origen salvaje, y por un instante, todo el paisaje respira con la misma intensidad.
El agua sigue cayendo, incansable. Un testimonio de la lluvia, un espectáculo efímero de la naturaleza en su estado más puro.
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