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El Mercado Central de Salamanca, un coloso de hierro, ladrillo y cristal que cumple 115 años

El edificio, diseñado por el mismo arquitecto de la Casa Lis, se inauguró en 1909 tras casi once años de obras y gracias a una inversión total de 433.000 pesetas

Mercado Central de Salamanca. (Fotos: A. Santana / T. Sánchez / Ical)
Daniel Bajo Peña
Daniel Bajo Peña
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Un ilustre vecino de Salamanca celebra este 2024 un cumpleaños 'redondo': el Mercado Central, que abrió sus puertas en 1909, hace 115 años. En este siglo largo de vida ha suministrado alimentos a miles de salmantinos y turistas, que lo han convertido en un punto de paso durante sus visitas por la ciudad. No tiene la sutileza de la fachada universitaria ni la autoridad de la Catedral, pero también se merece una foto.

Sus raíces hay que buscarlas un poco más atrás en el tiempo. Salamanca siempre tuvo mercados en la zona centro de la ciudad. Durante siglos, los vendedores se colocaron en la antigua explanada de San Martín, un descampado en el que hoy se levantan la Plaza Mayor, la de Poeta Iglesias y la del Mercado.

Cuando se construyó la Plaza Mayor, los comerciantes fueron 'empujados' hacia la actual plaza del Mercado. En el siglo XVIII surgieron voces que pedían un edificio para proteger a los puestos y a los vendedores "de las inclemencias del tiempo", según recogía la web del Mercado Central.

A finales del siglo XIX, en 1899, el Ayuntamiento dio el paso definitivo y se puso manos a la obra para levantar un inmueble dedicado únicamente a la alimentación para aglutinar las actividades comerciales "diseminadas por entonces en distintos lugares de la ciudad". El proyecto inicial preveía dos años de obras que finalmente se prolongaron mucho más con "grandes lagunas de tiempo inactivo" por falta de fondos, problemas de salario de los trabajadores y enredos legales con los dueños de las casas de la zona. 433.000 pesetas y casi 11 años después de colocar la primera piedra, los trabajos, finalmente, concluyeron.

 

Un 'padre' ilustre

 

El Mercado Central tiene planta rectangular (40x44 metros) y ocupa 1.760 metros cuadrados de superficie a base de hierro, ladrillo y cristal, elementos que sin embargo no desentonan en una ciudad construida a base de piedra arenisca. El 'padre' del proyecto, no en vano, fue Joaquín de Vargas, quien también legó a la ciudad la Casa Lis.  

El resultado de su labor fue un edificio "funcional, abierto, bien ventilado" y que cumplía con la función para la que había sido diseñado. Por el camino se quedaron algunas ideas como colocar azulejos de colores o una fuente en el centro de la plaza interior, pero en líneas generales su apertura fue aplaudida por toda la ciudad, que reivindicó el Mercado como "algo europeo" que impulsaba a conseguir "una Salamanca mejor".

A lo largo de los años ha superado algunas intervenciones y achaques propios de la edad. Por ejemplo, en 2015 se cambiaron las tuberías y las redes eléctricas, se impermeabilizó el suelo y se restauraron las bóvedas, entre otras intervenciones; y en 2019 se instalaron vidrieras art decó y se cambiaron las rejas históricas. También se ha peatonalizado el entorno y se han añadido ornatos como la estatua de las turroneras, ubicada junto a uno de sus laterales.

Hoy en día, aunque no tiene ocupados todos sus locales, sigue siendo un referente cotidiano para los salmantinos y un punto turístico más para los visitantes.