191 incendios en ocho días. Tierras calcinadas, animales borrados y un paisaje que nunca volverá a ser el que era. La comunidad de Castilla y León ha conocido en primera persona las graves consecuencias del cambio climático, que con implacables olas de calor ha envuelto en llamas las provincias de Salamanca, Ávila y Zamora. Concreamente, el incendio de Monsagro, siendo el peor en lo que va de siglo en tierras charras, ha quemado 8.623 hectáreas, más del doble que en todo 2005, considerado hasta ahora el más catastrófico en cuanto a superficie abrasada. 

Román García, conductor de autobomba fijo discontinuo de incendios, y actualmente, desempeñando labores de Celador de Medio Ambiente, es decir, guarda forestal, analizaba la situación vivida en primera línea de batalla en una entrevista con Tribuna de Salamanca. De la misma, se pueden derivar críticas a la gestión, planificación y organización por parte de la Junta de Castilla y León, a la vez que admiración por todas aquellas personas que luchan, que a pesar de todo aman su trabajo, y gratitud a los vecinos de los pueblos afectados. 

Salamanca ha respondido concentrándose en la Plaza Mayor convocados por Friday For Future, un grupo de jóvenes que cree que sí hay futuro en Castilla y León, pero no con la gestión actual. Alrededor de 150 personas han estado presentes a lo alrgo de un discurso en el que se ha dejado claro que este problema "es de todos" y no se puede politizar. 

Además, se han señalado culpables y se han pedido dimisiones. Más allá del calentamiento global, desde Friday For Future se apunta a la despoblación a la que se está viendo sometida la comunidad. "¿Cómo no va a haber despoblación si no hay futuro", se preguntan. 

Y piden soluciones: "Es muy bonito apuntar a las causas desde un sillón, pero queremos soluciones. Castilla y León está aridiendo sin control. Han dejado arder nuestros campos, nuestros hogares y nuestra Castilla y León. Se quema y tú sigues en tu silla. Y si no hay soluciones, queremos dimisiones". 

El acto ha finalizado con un minuto de silencio por todas las vidas perdidas durante este período, al mismo tiempo que un vecino tiraba cenizas al suelo de la Plaza. Un símbolo que no necesita de palabras, como tampoco las han necesitado los integrantes del operativo que se ha jugado, sigue haciéndolo y seguirá, jugándose la vida entre las llamas.