Un total de 19 belenes han participado en esta iniciativa cuya entrega de premios ha tenido lugar este viernes
Santa Teresa: un siglo del nombramiento de la primera mujer Doctora Honoris Causa en la USAL
Este 4 de marzo se cumple el primer centenario del momento en el que el claustro de la Universidad de Salamanca aprobó la concesión de este título póstumo con el que haría historia.
Hasta hace hoy cien años no había ninguna mujer Doctora Honoris Causa en la Universidad de Salamanca. Algo que cambió un 4 de marzo, el de 1922, cuando la institución académica ocho veces centenaria cambió el rumbo de la historia. Y fue Santa Teresa de Jesús quien recibió el honor de ser la primera mujer honoris causa de la USAL y la primera persona en recibir este reconocimiento en la época moderna.
Todo comenzó en enero de ese año y, según los relatos de los historiadores y estudiosos de la materia, fue el entonces obispo de la ciudad, Julián de Diego y García Alcolea, el que lanzó la propuesta a la Universidad de Salamanca. El objetivo era que el Estudio se uniera a los actos de conmemoración del III Centenario de la canonización de Santa Teresa y, finalmente, esta fue su aportación a la efeméride.
Desde la Iglesia salmantina consideraban que la Santa era merecedora de portar los emblemas doctorales y de "un puesto de honor entre los sabios españoles" por su cultura, según se desprende del estudio 'Los primeros doctorados honoris causa en España'.
Así, el 4 de marzo de 1922, sábado, el claustro de la Universidad, presidido por el vicerrector Miguel de Unamuno, ya que la USAL en ese momento se encontraba sin rector tras las renuncia de Luis Maldonado, decidió aprobar la concesión del Doctorado Honoris Causa a Santa Teresa, un hito histórico para la institución académica.
A pesar de que se aprobó un día como hoy de hace 100 años, la ceremonia de investidura no se celebraría hasta el mes de octubre. La razón del retraso: que pudieran estar presentes los reyes. Y así fue. El 6 de octubre de ese mismo año la Universidad de Salamanca celebraría un acto solemne, ya presidido por Luis Maldonado como rector tras ser renovado en el cargo, con la presencia de Alfonso XIII y su esposa Victoria Eugenia y con la ausencia de Unamuno, que no acudió por estar enfrentado con el rey.
Tras la ceremonia, y ya al día siguiente, los monarcas se desplazaron hasta Alba de Tormes, lugar donde se encuentran los restos de la Santa, para imponerle a la imagen las insignias del doctorado. Según las crónicas de la época, el rey le impuso una pluma de oro y la Reina el birrete.
Tras ella, llegarían muchos doctorados honoris causa más hasta llegar a nuestros días. El siguiente llegaría cuatro años después cuando la USAL se lo concedió a Miguel Primo de Rivera en 1926. Hoy, son muchas las personalidades que han recibido esta distinción, pero Santa Teresa fue la precursora de todos ellos. Su vitor puede contemplarse hoy en la plaza de Colón.

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