Este es el calendario del deporte salmantino para estos días
Galería de imágenes: El Reina Sofía, allí donde ni la hora ni el frío congelan la pasión y va por ustedes
Cuando el invierno llama la afición de Unionistas también responde y además se monta una merecida fiesta
Viernes y noviembre no suelen ser una mezcla amable para el fútbol. Mucho menos cuando el horario marca las 21:15 y el termómetro coquetea con el cero como si quisiera poner a prueba la voluntad de cualquiera. Era una noche para abrigarse, para quedarse en casa, para buscar excusas. Y aun así, Salamanca eligió otra cosa: eligió fútbol, eligió Unionistas.
Desde antes del inicio, el Reina Sofía desprendía ese tipo de ambiente que no se explica, se reconoce. Pasaba algo especial. Día de Ayuda al Club, una fecha señalada para recordar que el proyecto vive gracias a su gente, no a grandes fortunas ni nombres rimbombantes. Y justamente por eso fue simbólico ver cómo el estadio se iba llenando a pesar del frío que cortaba la respiración con cada bocanada de aire.

Enfrente venía un rival que siempre despierta curiosidad y respeto: el Real Madrid Castilla. No es un filial cualquiera. Es el escaparate de futuros talentos, el lugar donde los jóvenes empiezan a soñar con el Bernabéu. Y esta vez, además, llegaba de la mano de un salmantino de prestigio: Álvaro Arbeloa, campeón del mundo, referente que no pudo estar en el banquillo por su sanción y siguió el duelo desde una cabina. Con él, otro charro, Bruno Iglesias, sobre el que había curiosidad por ver si jugaba y cómo se desenvuelve entre los mejores de una de las mejores canteras del mundo. Sin embargo una inoportuna lesión en un hombro esta semana le ha dejado sin opción de jugar. Aprovechó para seguir el encuentro desde uno de los fondos del Reina junto a sus 'colegas' de toda la vida, algunos con los que coincidió en la UD Santa Marta.

Pero la historia de la noche no estaba, por supuesto, solo en el visitante. Unionistas, que venía en buena dinámica tras semanas sin perder, se presentaba con confianza, con ese aire de equipo que empieza a creer de verdad. Y la afición lo sabía y respondió con una entrada notable por encima de los 4.300 espectadores. Por eso cada cántico, cada bufanda levantada, cada aplauso congelado en el aire tenía un tono especial, como si la grada quisiera empujar un poco más, cubrir con calor lo que el clima negaba.
Las fotos lo contarán mejor que las palabras: el vaho al gritar, los gorros sobre las cejas, los guantes apretados en el gol sur, el brillo de los focos peleando contra el vapor del aliento. Y, sobre todo, la sensación de que allí, en ese estadio arropado por su gente, el frío podía ser duro, pero no suficiente.

Porque en Salamanca ya lo saben: hay noches en las que la temperatura cae, pero el ambiente sube como la marea y provoca olas. Y en el Reina Sofía, cuando juega Unionistas, la pasión siempre gana la batalla al invierno.








