La Gerencia de Atención Especializada de Salamanca encabeza un proyecto pionero en Castilla y León para la atención a personas con conducta suicida. Desde su puesta en marcha en abril, el Programa de Alta Resolución para el Manejo de la Conducta Suicida ha conseguido frenar los intentos autolíticos de los 42 pacientes atendidos, todos ellos mayores de 18 años.

Se trata del único programa activo de este tipo en la Comunidad, nacido de la necesidad de ofrecer una respuesta rápida, cercana y especializada ante un problema que tiene un impacto creciente en la salud pública.

El plan está liderado por un equipo multidisciplinar formado por psiquiatras, psicólogos clínicos, enfermeras especialistas en Salud Mental y trabajadores sociales. Su objetivo es mantener a los pacientes en su entorno habitual y dotarles de herramientas para afrontar el sufrimiento sin recurrir a la autolesión.

"La clave está en que los pacientes se sientan escuchados, validados y libres de juicio. El apoyo entre iguales y la creación de un entorno seguro son esenciales para la recuperación", explica Lourdes Ollero, enfermera especialista en Salud Mental y una de las responsables del programa.

Los grupos terapéuticos permiten compartir experiencias, comprender que no se está solo y expresar emociones de forma libre, algo que muchos pacientes describen como "liberador".

En Salamanca, ciudad universitaria por excelencia, la mayoría de los casos atendidos corresponde a jóvenes de entre 18 y 25 años. Los principales motivos de consulta son problemas de adaptación a situaciones vitales, ansiedad, rupturas sentimentales o conflictos personales.

El 66,7% de los pacientes procede de zonas urbanas y no se aprecian diferencias significativas por sexo: el 50% son hombres y el otro 50%, mujeres. Más del 60% no consume tóxicos, y la mayoría son solteros.

El programa garantiza una atención inmediata: tras la derivación desde Urgencias, se contacta con el paciente en un plazo máximo de 72 horas. Se realiza una primera consulta presencial en la que se establece un vínculo terapéutico y se elabora un plan de seguridad personalizado, junto con el paciente y su familia.

Este plan incluye estrategias preventivas, teléfonos de ayuda y recursos a los que acudir en caso de crisis. Además, el paciente firma un contrato terapéutico como compromiso activo con su recuperación.

Durante tres meses, los profesionales realizan un seguimiento estrecho, tanto presencial como telefónico, y coordinan la atención con otros niveles asistenciales -Atención Primaria, hospitales de día, centros sociosanitarios o incluso la Universidad de Salamanca.

Aunque el grueso de los pacientes son jóvenes, el 10% tiene más de 65 años. En este grupo, los motivos más frecuentes son el duelo (40%), el dolor físico crónico (40%) y otras alteraciones emocionales (20%). Ollero advierte, además, de la existencia de 'realidades ocultas', ya que algunos fallecimientos en mayores pueden confundirse con accidentes o sobredosis involuntarias.

El programa se desarrolla en el ámbito comunitario, manteniendo al paciente en su domicilio y entorno social. "El suicidio no es una enfermedad aislada, sino una realidad que involucra factores familiares, sociales, económicos y emocionales", recuerda la especialista.

Las enfermeras de Salud Mental son el pilar del proceso, al ser las primeras en contactar con el paciente y acompañarlo durante todo el tratamiento. "La detección precoz y la coordinación entre niveles asistenciales son fundamentales para prevenir nuevas crisis", subraya Ollero.

La profesional destaca la importancia de fortalecer las redes sociales y comunitarias, y de combatir el estigma social que aún rodea a quienes sufren ideación suicida. "Nadie quiere morir —afirma—; lo que quieren es dejar de sufrir. Por eso debemos ofrecerles escucha, comprensión y esperanza".

Programas como este, concluye, son esenciales en un contexto donde los casos de suicidio siguen en aumento y la prevención se ha convertido en una prioridad de salud pública.

Fuente: Ical