El diestro peruano Andrés Roca Rey ha llegado a un acuerdo con Luis Manuel Lozano para que sea su nuevo apoderado, marcando un cambio inesperado en su carrera y un giro llamativo tras la histórica relación de Lozano con Daniel Luque, torero con el que Roca Rey ha tenido fricciones en el pasado.

Según un comunicado, esta alianza combina juventud, ambición y experiencia, y busca continuar "escribiendo páginas importantes en la historia del toreo", manteniendo el compromiso, la entrega y la autenticidad que caracterizan al matador limeño.

Roca Rey, de 29 años, cerró recientemente su vínculo profesional con su hermano Fernando Roca Rey, quien se hizo cargo de su carrera tras diez años de alternativa. En sus palabras de despedida, Andrés agradeció a su hermano "con orgullo y profundo respeto" por la etapa compartida, marcada por "emociones y gratas experiencias".

Por su parte, Luis Manuel Lozano, miembro de una de las casas empresariales y ganaderas más importantes del toreo y apoderado histórico de El Juli, había finalizado también su relación profesional con Daniel Luque.

Este cambio abre una nueva etapa para Roca Rey, que afronta "con renovada motivación" los próximos compromisos de su temporada americana, que continuará el 2 de noviembre en Lima, en una cita especial donde torearará seis toros en solitario, uno de los hitos más esperados de su carrera.

UNA ENEMISTAD CON MORBO

La enemistad entre Andrés Roca Rey y Daniel Luque se ha forjado principalmente por una combinación de diferencias personales y rivalidad profesional. Ambos toreros de primer nivel han competido por los mismos contratos y carteles en plazas importantes, lo que generó tensiones dentro del sector. A esto se suma ahora los conflictos indirectos por apoderados, ya que Luis Manuel Lozano, histórico representante de Luque y ahora vinculado a Roca Rey, se convirtió en un punto de fricción que reforzó la distancia entre ambos.

Desde 2022, los dos toreros han evitado compartir cartel, reflejando públicamente la tensión que existe entre ellos. Más allá de lo profesional, existen también desacuerdos personales y roces que se han prolongado en el tiempo, aunque sin enfrentamientos directos graves en público.