Domund: Salamanca busca revertir la caída en donaciones y apoyar proyectos vitales en países necesitados

El año pasado recaudaron 26.000 euros menos que en 2023, debido principalmente a un descenso en el número de herencias

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Domund: Salamanca busca revertir la caída en donaciones y apoyar proyectos vitales en países necesitados
Presentación de la campaña del Domund.
El autor esDaniel Bajo Peña
Daniel Bajo Peña
Lectura estimada: 2 min.

Las famosas huchas del Domund volverán este domingo a las calles de Salamanca. El penúltimo domingo de octubre se conmemora el 'día mundial de las misiones', la fecha en la que la iglesia recauda donaciones para sufragar la labor de los misioneros por todo el planeta. Así, grupos de niños saldrán con huchas de cuestación por el centro de Salamanca, en horario de 12:00 a 14:00, y lo que consigan se sumarán a lo que se recoja en las colectas de los templos.  

El director del Servicio diocesano de Misiones de Salamanca, José Miguel González, ha explicado que el obispado salmantino tiene 124 misioneros repartidos por 35 países. La mayoría (83 religiosos) están en América. También hay 19 en Europa, 12 en África y 10 más en Asia. 

José Miguel González ha advertido, además, de que la recaudación en 2024 fue un 18% menor que la obtenida en 2023 (de 141.000 a 116.005 euros, unos 26.000 menos). Algunas personas mayores les legan sus recursos antes de fallecer y contribuyen a financiar la labor del Domund, pero el año pasado no recibieron ninguna herencia y las donaciones particulares también menguaron. El repunte de la recaudación en colegios y parroquias no pudo compensar dichas caídas. 

Los recursos que obtengan este domingo irán a un fondo universal de las Obras Misionales Pontificias, que apoya proyectos en los territorios más necesitados. La misionera salmantina de las Esclavas Conchi López-Urrutia, por ejemplo, ha revelado que pasó 10 años en Ecuador, trabajando con mujeres maltratadas y con sus hijos y construyendo guarderías para atenderlos. El agustino Jesús Torres, por su parte, vivió nueve años en Panamá (donde coincidió con el actual Papa) trabajando con campesinos y grupos indígenas. Y fueron "la etapa más feliz de mi vida".

 

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