En el baloncesto femenino hay clubes que no entienden de papeles secundarios. Perfumerías Avenida es uno de ellos. Por historia, carácter y ambición, el equipo salmantino no se resigna ni siquiera en etapas de reconstrucción, aunque el mapa competitivo se haya transformado con la irrupción de estructuras de enorme poder económico y deportivo. La Supercopa, primer gran duelo del curso, le situaba frente al favorito a todo, Valencia Basket. El reto era exigente, pero Avenida llegaba con la convicción de que la rebeldía también puede ser un plan de partido.

Valencia Basket se presentaba más rodado tras la pretemporada, mientras que Avenida llegaba mermado por las bajas de Iyana Martín y Magarity. Pese a ello, el conjunto charro salió al parqué con descaro. Claudia Soriano firmó un arranque brillante, con siete de los primeros doce puntos, defendiendo sin complejos y atacando con personalidad. Esa chispa permitió al equipo de Montañana engancharse a un primer parcial dominado por el acierto exterior valenciano, con hasta cinco triples que castigaban cualquier desajuste defensivo. Avenida buscaba respuestas en el juego interior, con Cave y Moss como referencias, y logró sostenerse en el intercambio inicial (18-20). Sin embargo, en el segundo cuarto llegaron las dudas en ataque y Valencia aprovechó para abrir brecha. Moss empezó a sumar desde el rebote ofensivo, pero los triples de Abdelkader —letal cada vez que encontraba un resquicio— marcaron la diferencia. El descanso reflejaba bien las luces y sombras de Avenida en plena búsqueda de identidad: entrega y destellos, pero sin la continuidad suficiente para frenar al favorito, 31-46.

Lejos de bajar los brazos, Avenida mostró en la reanudación su verdadera esencia de rebelde con causa. Con Vilaró al dos, encadenó dos triples consecutivos que, unidos al empuje de Moss bajo el aro y a la energía de Cave, redujeron la distancia hasta situar el marcador en un ilusionante 43-49. El equipo azulón había mordido en defensa, dejando a Valencia en apenas seis puntos en seis minutos, y encontraba en la chispa de Zellous otro foco de esperanza. El parcial encendió el pabellón y obligó a Rubén Burgos a parar el partido. Faltó apenas un poco de pausa para culminar la remontada, pero Avenida ya había lanzado un mensaje: no pensaba rendirse.

El duelo entró en una fase de ida y vuelta, con Avenida peleando cada rebote y cada posesión, mientras Valencia encontraba oxígeno en los destellos de calidad de sus exteriores, especialmente Abdelkader, que con su quinto triple volvió a abrir la herida. Sin embargo, el carácter azulón mantuvo el pulso. Vilaró, vestida de líder, se echó el equipo a la espalda con dos triplazos, uno de ellos con defensa encima, y acercó a Avenida hasta el 63-66. Zellous se unió con otro lanzamiento exterior para poner el 68-72 a menos de un minuto del final. El reloj corría en contra, y solo el día más inspirado de Abdelkader evitó que la rebelión charra tuviera un desenlace de película.

El marcador final favoreció al gran favorito, pero el poso que deja Avenida es el de un equipo que nunca se resigna. Aún en construcción, con ausencias y ajustes pendientes, mostró que conserva intacta su seña de identidad: competir siempre, sin complejos, y rebelarse incluso cuando la lógica invita a lo contrario (70-75).