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Europe en Salamanca: nostalgia, riffs eternos y un público entregado
Joey Tempest y compañía demostraron que siguen en plena forma cuatro décadas después
Hay veces que hay que estar para guardar las cosas en la memoria y a punto de dar las 22.00 horas en la Plaza Mayor de Salamanca comenzaba la cuenta atrás para un auténtico viaje cabalgando sobre la nostalgia. Y es que, en lo que muchos vivieron como un auténtico trayecto a Venus, el aire de septiembre se llenó de electricidad justo cuando Joey Tempest y compañía aparecieron sobre el escenario, micrófono en mano, con la misma energía juvenil que hace casi cuatro décadas.
A su lado John Levén, Mic Michaeli, Ian Haugland y, por supuesto, el fundamental John Norum, guitarrista que ha sido brújula y conciencia de Europe desde sus primeros pasos y tras el primer solo lanzó su pua a las seguidoras de la primera fila. El público, llegado no solo de Salamanca sino de muchos otros rincones, respondió con la devoción de quien asiste a una cita largamente esperada con un grupo que fue y es mucho más que una banda y que superó la clasificación o no como heavy para convertirse en un icono que marcó a muchos en una generación.
A estas alturas, Europe no necesitan ya demostrar nada: lo hicieron en los ochenta cuando arrasaron las listas de éxitos con himnos como The Final Countdown, Carrie o Rock the Night. En los noventa se retiraron, asfixiados por la maquinaria de la industria, y regresaron a principios de siglo con una madurez que hoy se percibe en cada acorde. Decir que están en forma no es un tópico: lo están vocal, física y musicalmente, y además se nota que tocan porque quieren y no porque deban.
La velada arrancó con 'On Broken Wings', un golpe directo al corazón de los seguidores más fieles. Pronto llegó 'Rock the Night', celebrada como una declaración de principios: rock sin concesiones, con ese equilibrio tan suyo entre la frialdad escandinava y el calor del glam setentero. "Hola Salamanca, ¿cómo estáis paisanos?", en claro y coreado español. Así saludaba Tempest a los presentes en una noche en la que repitió muchas veces la palabra "bonita" para referirse a la ciudad.

Enérgicos continuaban con temas de su primera etapa como 'Rock the nigth', 'Cherokee' o 'Superstitious' hasta que la multitud se entregó por completo en 'Carrie', balada inmortal que se transformó en un coro colectivo de miles de voces y móviles en alto, congelando el momento.
Y Norum, ese que con su guitarra devolvió protagonismo al sonido clásico de la banda, como ya lo hiciera en 2003 con su regreso tras años de ausencia. Y se notó en la mezcla con el sonido más potente de la nueva era con temas como 'Walk the earth', 'War of kings' o 'Siege' Cada punteo, cada riff, sonaba como una reafirmación de lo que Europe es: un grupo sin miedo a sonar clásico y sin necesidad de disfrazarse para encajar en el mercado.

Joey Tempest sacó toda su energía, con una voz con más cuerpo que en sus inicios y muy cercano bajando desde el escenario a abrazar a su público.
Y entonces llegó el instante inevitable: el teclado lanzó el riff compuesto en 1982 y el tiempo pareció detenerse. 'The Final Countdown' estalló sobre Salamanca como un trueno; el volumen subió y con él la locura colectiva. Se agitaron melenas, se corearon versos de memoria, y el concierto se convirtió en una celebración intergeneracional: heavies de toda la vida junto a quienes descubrieron a Europe gracias a los vinilos heredados o las cintas en radiocasette de los ochenta.
El de Salamanca ha sido el único concierto gratuito de esta gira española, tras las paradas en Asturias y Valencia, y eso hizo que la afluencia fuera todavía mayor. Miles de personas abarrotaron el espacio, en una comunión que recordó lo que significa realmente un concierto de rock: la sensación de pertenecer a una tribu, aunque sea por una noche.
Europe siguen girando, siguen grabando y ofreciendo más de cien conciertos al año. No son ya los chicos de portada que adornaban carpetas en los ochenta, pero han conseguido algo aún más difícil: ser una banda vigente y creíble, sin traicionar sus raíces. En Salamanca lo demostraron.
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