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Las secuelas del fuego sacuden Pedernal: "Me he quedado sin nada"
Ernesto Melgar puede celebrar la vida de sus 70 animales, pero se ha quedado sin nada. El fuego sacudió su finca y las pérdidas siguen sin poder contabilizarse
Cipérez vivió el pasado viernes su día más negro de los últimos años. Después de haberse enfrentado al fuego el miércoles, la localidad se vio sometida por las llamas desde las tres de la tarde después de reavivarse, un incendio que alcanzó el nivel 2 y que creció rápidamente a las puertas de la localidad. La respuesta vecinal fue contundente, los vecinos salieron a la calle para colaborar y repartir agua entre voluntarios y bomberos.
Sin embargo, el viento fue el gran aliado de unas llamas que en dos horas alcanzaron Pedernal, una pedanía de Espadaña localizada a más de una decena de kilómetros. Y no se quedaron allí, ayudadas por los cambios meteorológicos que las llevaron hasta las inmediaciones del embalse de la Almendra, a una veintena de kilómetros de su lugar de origen.
En Pedernal las llamas han dejado sin nada a Ernesto Melgar, conocido por todos sus vecinos como 'Tito'. Este ganadero se vio sorprendido por el fuego, quien en dos horas se encontró al enemigo a las puertas de su finca. Allí, más de 24 horas después sigue habiendo brasas y llamas dentro de una nave que guardaba parte de las 2.000 pacas que había logrado reunir este año. Ahora, no queda nada de ellas más allá de una densa superficie negra cubierta de ceniza y otros cientos todavía ardiendo dentro de un recinto irrecuperable, repleto de grietas y que desprende un calor insoportable.
Dentro descansa de manera ya permanente el chasis de un coche totalmente calcinado. El viento atrajo las llamas a su finca y la posterior se salvó gracias al cambio de dirección, un azar que fue caprichoso con un Melgar que, eso sí, respira tranquilo al observar como sus 70 cabezas de ganado siguen con vida. No todos los animales tuvieron la misma suerte en el incendio.
Tito regresa pasadas 24 horas al lugar acompañado de tres amigos, quienes no han dudado en acercarse con él para ver cómo está la situación. El suelo que debía ser amarillo a estas alturas del verano ha pasado a ser una alfombra negra que levanta ceniza en cada paso. La tristeza y la desolación se perciben en su mirada, sabiendo que tocará empezar de nuevo.
"Me he quedado sin nada, pero habrá que aguantar el tirón". Con esa frase resume cómo pretende afrontar el futuro más inmediato, ese que lo ha llevado hasta allí para hacer fotografías que presentar al seguro y a las administraciones para reclamar los daños sufridos. "Dicen que te dan, pero exigen muchas cosas. Aquí nadie regala nada", recalca. Los costes todavía no están cuantificados, pero estima que superen los 50.000 euros entre el material perdido, la maquinaria y las construcciones.
El golpe es duro ya que el pasado miércoles acudió a Cipérez para sofocar las primeras llamas. "Estuvimos ayudando y al acabar fuimos a tomar algo, allí había unas 40 personas, esos que vienen y después dicen que los ganaderos tenemos muchas ayudas". Es el sentir general de un sector que se siente abandonado y amordazado por las administraciones públicas y la ciudadanía. Ahora, a la espera de que pasen las vacaciones veraniegas, Melgar continuará trabajando en una tierra que hoy luce negra, a la espera de salir de nuevo a flote por lo que no es una profesión, sino una "pasión".
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