La Diócesis de Salamanca ha celebrado este domingo con gran solemnidad la festividad del Corpus Christi, una de las jornadas litúrgicas más significativas del calendario católico, dedicada a exaltar la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Tras una intensa vigilia de oración celebrada en la Catedral Nueva el sábado por la noche, el domingo arrancó con el programa litúrgico a las 10:00 horas, dando paso a la adoración del Santísimo Sacramento, expuesto desde las 11:00 hasta las 17:00 horas.

A las 18:00 horas, el obispo de Salamanca, José Luis Retana, presidió la eucaristía en la Catedral Nueva, acompañado por una nutrida representación de fieles. Al concluir la misa, dio comienzo la tradicional procesión eucarística por las calles del centro histórico de la ciudad, un acto cargado de simbolismo y devoción.

El cortejo procesional partió desde la Puerta del Obispo, recorriendo las calles Calderón de la Barca, Libreros, San Isidro, Compañía, Meléndez, Corrillo, Rúa Mayor y finalizando en la plaza de Anaya, donde el obispo impartió la bendición eucarística. Durante el recorrido, la Custodia realizó tres paradas en altares dispuestos por distintas hermandades: en la Rúa Mayor, junto a las Siervas de María; en el pórtico de la iglesia de San Sebastián; y en el atrio de la Catedral.

Uno de los momentos más emotivos se vivió en la plaza de Anaya, donde la Custodia fue portada sobre una alfombra de sal, elaborada -como manda la tradición desde 1971- por la Hermandad del Cristo del Amor y de la Paz. Esta alfombra, diseñada con esmero y cargada de simbolismo, es uno de los elementos más singulares de esta festividad en Salamanca.

La procesión contó con la participación de numerosos fieles pertenecientes a parroquias, movimientos diocesanos, cofradías, asociaciones eucarísticas y comunidades religiosas. Especial protagonismo tuvieron los niños y niñas que este año han recibido su Primera Comunión, que ocuparon un lugar destacado en el interior de la Catedral y en el cortejo. El acompañamiento musical estuvo a cargo del Coro de la Catedral y la Agrupación Musical Cristo Yacente, que pusieron solemnidad al recorrido.

El Corpus Christi no solo es una celebración religiosa, sino también una manifestación pública de fe que refuerza el sentido de comunidad y el valor de la Eucaristía como centro de la vida cristiana. En Salamanca, con su marco monumental y su profunda tradición, esta festividad adquiere un carácter especialmente significativo, convirtiéndose en una cita imprescindible del calendario diocesano.