El 29 de octubre de 2024 será una fecha difícil de olvidar para muchos. Para quienes ese día lo perdieron todo en Valencia, pero también para quienes fueron como voluntarios a meterse en el barro y ayudar de forma desinteresada. La dana dejó imágenes imposibles de olvidar y, para quienes allí estuvieron en esos primeros días, el cariño y reconocimiento de los afectados.

Fueron muchos quienes de forma particular o a través de asociaciones o entidades cogieron sus cosas y llegaron hasta la zona para prestar sus servicios. Entre ellos estaba Juan Antonio Fraile, guardia civil salmantino retirado que formó parte durante una semana del equipo desplegado en la zona por la asociación Ragce, Retirados Asociados de la Guardia Civil de España. Él, junto con dos compañeros guardias civiles retirados llegados desde Córdoba y Cádiz estuvieron sobre el terreno ayudando a los damnificados con sus propios medios y bajo el amparo de Ragce.

"Todo lo hacemos con nuestros propios medios, ya que Ragce no es una asociación subvencionada y solo se nutre de las cuotas de los afiliados y cuando nos trasladamos a ayudar vamos con nuestros propios vehículos", cuenta Juan Antonio Fraile, quien asegura que en esta experiencia, al igual que en otras, reciben siempre el cariño de la gente.

Desde el principio, el equipo de voluntarios de Ragce trabajó sobre el terreno para hacer llegar la ayuda humanitaria. Así, trabajaron en la localidad de Sedaví en tareas de búsqueda de víctimas, en la limpieza de calles y casas, así como en el acompañamiento y coordinación con equipo de buzos voluntarios que han realizado su labor en zonas anegadas de agua.

"Las sensaciones son indescriptibles, difícil hablar sin emocionarse. Difícil mirar los rostros de todas las personas afectadas, porque no hay palabras que puedan dar consuelo en estos momentos tan duros", cuentan desde la asociación en un número especial de su boletín informativo.

Y es que su trabajo se desplegó por distintas localidades afectadas durante varias semanas y en distintos equipos. Allí realizaron tareas como batidas en las zonas devastadas y vehículos desplazados, la coordinación del voluntariado, desescombro, retirada del mobiliario de casas, limpieza de calles, casas y naves industriales, reparto de agua y alimentos, regulación del tráfico, asistencia domiciliaria, transporte de alimentos y productos de primera necesidad desde otras provincias, acopañamiento a los buzos voluntarios en zonas anegadas de agua, supervisión viviendas afectadas y acompañamiento a personas mayores y vulnerables. 

Además, se encargaron de recibir varios trailers llegados desde distintos puntos de España como Sevilla o Asturias con productos donados por la población, que no quiso dejar de ayudar a los afectados con productos de primera necesidad. Igualmente, trabajaron en otras cuestiones como el apoyo a la maquinaria y a los vecinos que necesitaban preparar las alcantarillas y dejarlas limpias de lodo y barro ante las lluvias que azotaron la zona unos días después de la riada. 

"A pesar de ser retirados seguimos siendo guardias civiles, seguimos teniendo vocación de servicio y nos enorgullece siempre ser el pronostico feliz para el afligido, como dice nuestro lema 'siempre guardias civiles'", asegura Juan Antonio Fraile.

Todo por ayudar a una población necesitada de los más básico, pero también del apoyo y el cariño de quienes llegaban hasta allí.

Y es que estos guardias civiles "acudimos cuando las personas necesitan ayuda allá donde nos requieran". De hecho, han colaborado en otras situaciones como en la erupción del volcán de La Palma, durante la pandemia o en el inicio de la guerra de Ucrania, donde ayudaron a mujeres y niños a llegar a España con su documentación en regla.