Durante la primera mitad del año hidrológico 2024-2025, la provincia de Salamanca ha sido testigo de cómo una gestión eficiente de sus embalses estatales ha evitado daños de magnitud tras las intensas lluvias registradas, especialmente en el mes de marzo. En particular, las presas de Santa Teresa, Irueña y Águeda han desempeñado un papel crucial en la laminación de avenidas, demostrando su eficacia para almacenar temporalmente grandes cantidades de agua y liberarla posteriormente de manera ordenada.
El embalse de Santa Teresa destaca como uno de los casos más significativos: en octubre recibió un caudal punta superior a los 650 m³/s, mientras que el caudal de salida se mantuvo por debajo de los 50 m³/s, evitando así que masas de agua de gran volumen alcanzaran la ciudad de Salamanca. De no haber contado con este sistema de control, las consecuencias podrían haber sido devastadoras para la capital y sus alrededores.
Este control hidrológico no ha sido casualidad. La Confederación Hidrográfica del Duero ha destacado la buena gestión de estos embalses, cuya capacidad de laminación ha sido esencial para mitigar las consecuencias de las lluvias excepcionales de los últimos meses. En toda la cuenca del Duero, las aportaciones a los embalses estatales han superado en un 20% los registros medios históricos, mientras que en el caso de Las Cogotas (aunque fuera de Salamanca), el volumen de entrada llegó a ser un 120% mayor de lo habitual.
Aunque estos datos reflejan una situación meteorológica excepcional, también subrayan la importancia del mantenimiento y modernización de las infraestructuras hídricas. En este sentido, el organismo gestor ha incrementado la inversión anual en conservación y seguridad hasta los 15 millones de euros, frente a los apenas 2 millones destinados en 2020.
Además de Salamanca, otros embalses relevantes como los de Cuerda del Pozo (Soria), Linares del Arroyo (Segovia) y Castro de las Cogotas (Ávila) han contribuido decisivamente a minimizar el impacto de las avenidas en sus respectivas zonas, gracias también a su capacidad de laminación.
Con una edad media de 56 años en las presas estatales del Duero, superior a la media nacional, la Confederación subraya la necesidad de continuar con un mantenimiento constante para garantizar la seguridad y la funcionalidad de unas infraestructuras que, como se ha demostrado en este periodo, son clave para la protección del territorio y la población frente a fenómenos extremos.








