
El salmantino Javier Paz denunció a los 28 años que fue víctima de abusos sexuales por un párroco de Salamanca durante diez años. Ahora se ratifica, y asegura que el obispo le ofreció dinero para callarle.
Carlos López, obispo de Salamanca, intentó acallar a una presunta víctima de abusos sexuales mediante chantaje. "Si quieres una compensación económica, pídela y veremos", le dijo el obispo en una grabación que ahora publica el diario El País.
El caso se remonta a marzo de 2011, cuando el salmantino Javier Paz Ledesma denunció en el Obispado de Salamanca a Isidro López Santos, el párroco de la iglesia de San Julián, por abusos continuados durante diez años, entre 1982 y 1992, desde que él tenía diez años y hasta los veinte.
Paz ha solicitado este 14 de diciembre a la Congregación de la Doctrina de la Fe que se le remita la documentación del proceso, de la cual, asegura "no tengo ninguna copia hasta el día de hoy". Con ello, espera tener pruebas del proceso canónico, para comprobar si se han seguido los cauces legales y en caso de no ser así, "cosa que mis abogados piensan", tomarán las medidas oportunas e iniciarán un nuevo proceso canónico.
Asegura que el Obispo, Carlos López, "no ha actuado como debería ante un caso de abusos sexuales, "entiendo que hay desamparo hacia las víctimas y falta de educación y respeto a nosotros como personas, no han sabido cuidar de nosotros ni proteger los derechos de los menores", su silencio "nos resulta doloroso y cómplice".
Asegura que fue consciente de que tenía que denunciar estos abusos a los 28 años. Gracias a la asociación que se ha creado, espera "que otras personas no pasen por lo que hemos pasado nostros", lamenta entre otras cosas que el agresor vive en Salamanca, "en su casa, pasea tranquilamente por las calles, toma vinos...libremente".
Con las lágrimas a punto de salir de sus ojos, ha reconocido que le dijeron que fuera a hacer una solicitud. "Me encuentro con un papel y me dicen que diga unas cantidades sobre las que el obispo me había hablado -una indemnización y una pensión para cuidar de mí y de mi madre-. Y en el momento en el que firmo, veo que es a cambio de que yo guarde silencio y no emprenda ninguna acción legal ni contra el obispo ni contra la Iglesia ni contra el sacerdote. Me puse a llorar".
Ahora, y gracias a la asociación que se ha creado hace tan solo unos días, espera que esto se esclarezca, "yo esto lo voy a llevar conmigo toda la vida. No lo voy a olvidar nunca...".
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