España y su documentación no deben ser una estrategia, ni un plan de acción política, como algún partido pretende
Poli y el renacer de una lucha
España y su documentación no deben ser una estrategia, ni un plan de acción política, como algún partido pretende
La lucha por mantener los archivos en su integridad, la de reconstruir los dañados, y la ampliación de los existentes es una lucha que se enfrenta con todos aquellos que buscan reescribir la historia, tergiversarla y muchas veces, ocultar todos aquellos datos que les desmontan el relato falaz que han generado con el tiempo.
El Archivo de la Guerra Civil Española es un lugar en el que se recogieron los documentos que el bando sublevado incautaba de sus adversarios, de sus administraciones, de sus partidos y sindicatos que quedaban cuando huían, y así se ponen de manifiesto, de forma objetiva y sin filtro, el modo de actuar de las administraciones, formando todo un relato documental de lo que sucedía en uno y otro bando durante la guerra civil. Su documentación recoge el periodo de 1936 a 1978 y es el núcleo –por no decir lo único y desde luego el más importante- del denominado Centro Documental de la Memoria Histórica.
En él figuran los archivos de los sindicatos, de los partidos políticos, de sus habitantes, de cómo se actuaba por uno y otro bando, generando una historia viva del sentir que tenían los ciudadanos, víctimas y victimarios de una guerra que, más que política -que lo fue-, tenía un trasfondo de envidias, de rencores y rencillas habituales entre los pueblos y sus vecinos, que se reflejan en los documentos del mismo.
Se pone de manifiesto cómo los independentistas catalanes tenían una gran relación con el fascio internacional, las mentiras de la zona organizada por el socialismo ansioso de la guerra y de la consecución de una república socialista soviética al estilo de la época; que los socialistas y comunistas buscaban la destrucción de la República para formar una dictadura del proletariado al estilo leninista.
La realidad era que la opción histórica se debatía entre una dictadura de derechas o una dictadura de izquierdas, ambas asesinas, ambas crueles, pero una marcada por la dependencia soviética y la otra sin desear amalgamarse con el nacional-socialismo, es decir, con el otro socialismo nacionalista.
Salamanca se convirtió en un santuario de la documentación en la que se estudiaba, trabajaba, y desarrollaba su labor un muchacho con ansias políticas que se movía y disfrutaba de ser un militante socialista del PSOE. Una vez abandonada la vida política y, cuando por parte de algunos se pretendió la destrucción, la separación de sus legados, la manipulación de la historia desmembrando el archivo, se erigió en un luchador por la libertad y la verdad que en el mismo se guardaba y en el que había convertido el sentido de su vida.
Haciendo uso de su formación política en la oratoria, en la presentación pública y en la defensa de los derechos obtenidos del partido, este chico se puso a trabajar para evitar el desmembramiento y, cuál no fue su sorpresa, cuando los propios, sus conmilitones, aquellos que al principio lo apoyaron, le dieron la espalda, le despreciaron y lo apartaron, pero todo el pueblo, toda Salamanca, se puso de su lado.
En su soledad dio a luz una asociación en la que estaba él y dos o tres más fieles, o eso pensó él, hasta conseguir una de las más grandes manifestaciones, las más altas cotas y finalmente, las victorias judiciales más importantes que podía haber soñado, con una movilización ciudadana que trascendió la de un movimiento pueblerino para convertirse en una bandera o estandarte nacional portado por él.
El espíritu de la asociación es la salvaguarda del Archivo de la Guerra Civil de Salamanca, al margen de los partidos políticos a los que se les ha presentado el manifiesto y lo han seguido de forma casi unánime; falta el PSOE y algún otro del sector de la izquierda. Es verdad que se han acercado a la asociación personas con marcado perfil político a los que se les ha exigido siempre la implicación con el proyecto y la no utilización de la asociación en su faceta política, como así han hecho todos. La oferta de pertenencia se hizo a todos los partidos y no acudió el PSOE que se alineó con los independentistas y ha sido el brazo ejecutor de la destrucción del archivo. La historia se lo reprochará.
La asociación tiene pequeños fondos obtenidos en los actos y actuaciones realizadas, que cubren los gastos de la misma sin permitirse el lucro de ninguno de sus miembros, como pretenden deslizar las huestes del PSOE que alcanzan puestos en la universidad por su posición política y se permiten teñir de negro la labor de una pequeña asociación en su número y fondos, pero que les hace daño al presentarles ante el espejo. Todos los miembros de la asociación viven de su peculio, de su esfuerzo, derivado del trabajo, de su pensión, ¿pueden algunos afirmar sin rubor que alcanzaron su trabajo sin depender de unas siglas?
Policarpo, corazón y alma de la asociación, padeció COVID en el peor momento de la pandemia y hubo de ser sometido, al borde de la muerte, a una terapia en periodo de investigación que le salvó la vida y le dejó con secuelas importantes y graves, momento en el que alguno de sus cercanos envidiosos y canallas pretendieron dinamitar su imagen, la asociación y a los pocos cercanos que la mantenían en pie.
Hoy, aún mantiene las secuelas que le impiden dar el paso adelante con la fuerza que se precisa, pero cuando ha sabido que ahora, nuevamente, el Gobierno de la nación y los independentistas quieren robar otros 30.000 documentos, cuando está sacando fuerzas de flaqueza, algunos pretenden sacar rédito de su trabajo, pero ya ha encargado la preparación de las acciones legales oportunas y los pasos precisos para volver a la lucha. En esta ocasión más pronto que tarde se presentará, de nuevo, ante todos y defenderá el archivo con la misma fuerza que hizo en su día.
España y su documentación no deben ser una estrategia, ni un plan de acción política, como algún partido pretende, ni puede ser un bolsín del que apropiarse, como buscan algunos en las formaciones políticas.
España es un territorio, una bandera, un sentimiento, una historia, un pasado y una proyección de vida en común, en un futuro de todos, sin resentimientos, sin mentiras, sin pretensiones de reescribir nada, asumiendo que ambos bandos fueron crueles y sus proyectos ambos totalitarios.
Policarpo está tocado, está enfermo, con secuelas molestas, tristes y que le tienen limitado, pero ni él, ni su proyecto están muertos; que no lo crean sus adversarios, ni los traidores que pretenden hacerle daño.
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