Hablar públicamente del suicidio es uno de los mayores tabúes que aún existen, pero desde el Teléfono de la Esperanza de Salamanca consideran que esa situación debe cambiar, porque si no se habla de ello no existe y el sucidio es en realidad la tercera mayor causa de muerte entre jóvenes de 15 a 24 años. El año pasado se quitaron la vida 3.857 personas en España -27 de ellas en Salamanca- y "son muchísimas" advierten. "Es evidente que hace falta una reflexión seria", opina su presidenta, María Carmen Igea.

Para poner su granito de arena, el Teléfono de la Esperanza organiza este domingo una campaña de prevención del suicidio, a las 20:30 en la Plaza del Liceo. Se colocarán 27 velas en recuerdo de quienes se quitaron la vida en Salamanca y representantes de diversos colectivos implicados en la lucha contra el suicidio leerán un manifiesto, entre ellos bomberos, policías, sanitarios o miembros de la diócesis. El acto está abierto a toda la sociedad y persigue concienciar a los salmantinos para que sean conscientes de la situación y conozcan los recursos a su disposición en caso de que los necesiten. El Teléfono de la Esperanza atiende las 24 horas del día, todos los días del año, en los números 923 22 11 11 y 717 003 717.

El Día de la Prevención del Suicidio se conmemora el 10 de septiembre, pero coincidió con las fiestas de Salamanca y por eso se pospuso a este domingo.

"El teléfono no para de sonar"

La organización aporta algunos datos que contextualizan la importancia de la situación. Los voluntarios de Salamanca gestionaron 2.000 llamadas en el primer semestre del año (matizan que las llamadas pueden llegar desde de cualquier punto del país porque una centralita se encarga de distribuirlas) y atendieron "muchísimas intervenciones" en el chat, especialmente de personas jóvenes. En palabras de una de sus integrantes, Myriam Ruano, "el teléfono no para de sonar".

La presidenta en Salamanca añade que quienes llaman no quieren suicidarse, sino "dejar de sufrir" porque padecen una situación angustiosa. Según Ruano, "viven en un túnel oscuro y no ven salidas" aunque en realidad sí existen "sólo hay que pedir ayuda".

Cuando alguien contacta con ellos, su tarea es "escuchar". "No damos recetas ni consignas", aclaran, sólo oyen lo que la otra persona les dice y, después, "elaboramos pequeñas herramientas para suavizar el dolor que sienten". Si la situación suicida ya está en curso, tratan de alargar la conversación y de movilizar otros recursos, como el 112 o los bomberos.

En cuanto a los perfiles de los usuarios del Teléfono, hay hombres y mujeres de todas las franjas de edad. Uno de los motivos más comunes para llamarles es "la soledad no deseada", sobre todo entre personas mayores "y un vacío existencial. No tienen una meta. Van viviendo el día a día, pero sin una meta final. Están hastiados, sin un porqué... y se preguntan qué hacen aquí". Ramona Ledesma, otra de las voluntarias del Teléfono, pone el foco sobre los problemas de salud mental y lamenta la falta de recursos y de medios, como programas integrales de atención o más recursos para atender a quienes, a su vez, han de atender casos de suicidas, como policías o bomberos. En esta línea, lamenta que chavales adolescentes se planteen autolesionarse y lo achaca a una sociedad "frustrada y fracasada". 

Finalmente, los integrantes del Teléfono recomiendan a amigos y familiares que estén atentos si alguien les dice abiertamente que quiere morir o autoinfligirse daño, porque "si lo verbalizan, es que lo han pensado mucho".