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Más de seis millones de austríacos están convocados a las urnas este domingo, en unas elecciones generales marcadas por el avance del partido ultranacionalista FPÖ, el favorito de los sondeos.
De confirmarse los pronósticos, sería la primera vez que a nivel nacional gana unas elecciones legislativas el FPÖ, una de las formaciones de extrema derecha más antiguas de Europa, fundada en la década de 1950 por antiguos oficiales nazis.
Liderado por el exministro de Interior Herbert Kickl, el partido ultra, antiinmigración, prorruso y euroescéptico, lleva más de un año encabezando "de forma muy sólida" la intención del voto, explica el politólogo Thomas Hofer a un grupo de periodistas, entre ellos EFE.
Recuerda que Kickl ha podido acaparar el creciente descontento del electorado con el Gobierno de conservadores y verdes, lastrado por tensiones internas y una gestión controvertida de múltiples crisis, desde la pandemia hasta la invasión rusa de Ucrania y la carestía.
Desde hace meses, los sondeos le vienen augurando al FPÖ el primer lugar con un 26-28%, seguido del gobernante y conservador Partido Popular (ÖVP) del canciller federal, Karl Nehammer (25%) y el opositor Partido Socialdemócrata (SPÖ, 20-21%). El cuarto lugar lo disputan los liberales Neos (9-12%) y Los Verdes (ecologistas, 8-10%). Con escasas posibilidades de superar el umbral del 4% requerido para entrar al Parlamento, compiten también los comunistas y el antisistema Partido de la Cerveza.
En las elecciones europeas del 9 de junio pasado, consideradas en Austria como un ensayo general de las legislativas de mañana, el FPÖ, si bien fue el más votado, quedó, con un 25,5%, por debajo de los pronósticos, a muy poca distancia del ÖVP (24,7%).
"Esta vez lo lograremos, vamos a conseguir el primer puesto", declaró la víspera el líder del FPÖ, Herbert Kickl, al cerrar su campaña en un mitin celebrado en la Plaza de San Esteban, delante de la homónima y emblemática catedral de Viena.
Si bien los ultras ya han formado parte de un Gobierno en el pasado, siempre lo hicieron en alianza con el Partido Popular como segundo socio de la coalición, mientras que ahora le tocaría, según la tradición, encabezar el Ejecutivo.
Ante esa perspectiva, Kickl se muestra confiado en que será el próximo 'Volkskanzler' (canciller del pueblo), un polémico término debido a su historia: es el mismo que usaban los nacionalsocialistas para referirse a Adolf Hitler.
Pero el líder ultra tiene un problema: todos los demás partidos descartan aliarse con él y cómo no hay indicios de que vaya a obtener la mayoría absoluta, no se divisa con quién podría pactar una coalición para subir al poder. Además, la distancia entre el FPÖ y el ÖVP se ha acortado en las últimas semanas, según las encuestas más recientes.
Los analistas creen que el actual jefe del Gobierno y su partido se han beneficiado de su gestión del reciente desastre natural causado por el ciclón Boris en el este de Austria, mientras que los ultras, contrarios a las medidas para mitigar el cambio climático, habrían caído un punto en la intención del voto.
Al cerrar su campaña en un mitin en Viena, Nehammer se mostró el viernes esperanzado en que el ÖVP podrá alcanzar o incluso superar al FPÖ, y reiteró su rechazo categórico a aceptar la participación de Kickl en un gabinete común, aunque dejó abierta la posibilidad de una alianza con los ultras sin su líder.
"Nosotros no excluimos por adelantado a ningún partido que está en el Parlamento pero he aclarado con quién no sería posible formar un gobierno responsable y sostenible. El actual líder del FPÖ no cumple estos criterios, por eso lo excluyo", dijo el canciller.
Por su parte, Andreas Babler, líder del socialdemócrata SPÖ (tercero en los sondeos), concluyó este sábado su campaña en Viena buscando el voto de quienes querrían impedir la subida al poder de la extrema derecha, al resaltar su rechazo absoluto a pactar con el FPÖ. "Somos el cortafuegos contra todo lo que pone en peligro a esta república democrática", afirmó enérgicamente Babler ante miles de seguidores.
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